Cuando el pasado mes de marzo del 2.035, hablamos del asistente personal integrado, al que se ha puesto el curioso nombre de Dindo[1], no hablamos solo de un pequeño equipo electrónico, similar a los Smartphone del pasado, sino que hablamos de todo un conjunto de pequeños artilugios que llevamos integrados en nuestro cuerpo. Su función primordial es monitorizar nuestras constantes vitales, resolver cualquier necesidad de comunicación y poner a nuestra disposición inmediata cualquier información o conocimiento.
[1] Dindo: Palabra formada por la onomatopeya de la campana (din) y la nota musical (do). Sistema informático personal integrado, es un procesador especializado, que se adapta a cada persona, dotándole de nuevas prestaciones en comunicación, gestión del entorno y control de parámetros de salud, (una de las muchas nuevas palabras, que se están poniendo de moda, con la aparición de nuevos productos. En otro momento hablaremos, como surgió esta costumbre).
Siempre fui un poco perezoso y me costó adoptar un dindo, pero no se puede parar el tsunami de la tecnología. Yo me lo coloque en la pantorrilla, muy cerca del tobillo, ha sido el tercer sitio donde lo he tenido, nunca me he encontrado cómodo con ningún “adorno”, no he llevado anillos, ni pulseras, ni reloj, no me gusta, pero al final me acostumbre y prácticamente me he olvidado de él. Lo tengo hace más de tres años, al principio al entrar en la ducha me colocaba una bolsa de plástico, con la idea de protegerlo, pero era claramente una estupidez.
El dindo, no es realmente un implante, es simplemente una especie de apósito, hay muchas personas que lo llevan en el bolsillo de la camisa como los antiguos móviles. En mi caso, me lo coloque por “prescripción facultativa”, y quizá esa fue la razón principal de adoptarlo, la edad no perdona a los tontos, ya que estos equipos realizan un riguroso seguimiento de prácticamente todos los parámetros de mi organismo, centralizando, controlando y gestionando, los verdaderos implantes.
Es curioso ver como en tan poco tiempo, todo el mundo utiliza el micrófono inalámbrico, o deberíamos llamarlo micrófono subvocal, o laringófono. Antes lo podíamos ver en alguna película de ciencia ficción o alguna unidad militar muy especializada, y ahora es algo imprescindible para todos nosotros. Como ya sabéis, consta de un circuito integrado muy delgado y flexible, que se pega al cuello, cerca de las cuerdas bucales, con un pegamento biológico y puede permanecer años sin moverse. Te permite hablar en susurros o incluso si eres un poco hábil, sin mover los labios.
Cuando pensamos, las cuerdas vocales se activan débilmente, reflejando en forma atenuada lo que pasaría si pronunciáramos, eso que pensamos en voz alta. Este fenómeno es conocido como discurso subvocal o lenguaje interior y puede ser reconocido a través de sensores especiales. La definición y calidad del sonido que genera este sistema no tiene parangón, ya que elimina todo tipo de interferencias y ruido externo al estar muy cerca de las cuerdas vocales.
Se ha hecho tan popular y es tan práctico que un amigo mío, que es escritor, tiene publicadas un par de novelas con bastante éxito y varios libros técnicos. Me contaba, que cuando estaba en casa se tumbaba en la cama, cerraba las persianas hasta conseguir una penumbra casi total, se relajaba profundamente y dejaba que su cerebro se expandiera, que inundara todo su cuerpo, dando rienda suelta a su imaginación. En ese estado, le venían los pensamientos más ocurrentes (que se había acostumbrado a subvocalizar), claro la mayor parte de los días a los veinte minutos se quedaba dormido.
Es lo que él decía, un sueñecito a mitad mañana o a mitad tarde no hacía daño a nadie. Cuando se despertaba comprobaba lo que había gravado su dindo, alucinando en muchas ocasiones porque no se acordaba, para nada, de lo que había pensado escasamente media hora antes, y la mayor parte de las veces era muy aprovechable.
Muchos exageran diciendo que es capaz de leer nuestros pensamientos, aunque esto no es así, lo cierto es que podemos subvocalizar y grabar esos pensamientos en cualquier parte, mientras andamos por la calle, en el autobús, sentados en una cafetería, esto nos abre un abanico inmenso de posibilidades, tanto a nivel laboral como de ocio. Es lo mismo que cuando leemos un libro en silencio, si te fijas bien, durante la lectura, estas vocalizando. Lo que ocurre es que en ese caso no tiene mucho sentido grabarlo, pero en muchísimas otras situaciones, pensar subvocalizando y grabarlo te permite gestionar tu tiempo de una forma, hasta ahora inimaginable.
Como además todo se activa con la voz, apertura de puertas, luces, y cualquier electrodoméstico o aparato electrónico que tengas en tu entorno, este aparatito se ha hecho imprescindible, y al final, el resultado es que vas por el mundo, “abriendo puertas con el pensamiento”. Un milagro, magia pura.
Muchos os acordareis del antiguo WhatsApp, que tanto furor causo durante casi una década, era inevitable ir por la calle y ver a muchísima gente encorvada sobre su Smartphone, a modo de procesión interminable de cuasimodos imaginarios. Se estima, que en ese momento, se enviaban varios millones de WhatsApp al día. Hoy resulta difícil de entender, como la gente perdía el tiempo tecleando sin parar para mandar unas pocas frases, y como ahora nos comunicamos prácticamente a la velocidad del pensamiento. Tan solo debemos subvocalizar con quien queremos comunicarnos, o a que grupo queremos enviar un mensaje y rápidamente nuestro dindo abre un canal y todo lo que pensemos a continuación será enviado instantáneamente.
Otro componente indispensable en el sistema dindo, es un artilugio especial colocado en el canal auditivo externo, el popular pinganillo[2], lo mismo que en el caso anterior se pega al canal con el pegamento biológico y queda permanentemente. Es extremadamente útil, ya que el espectro auditivo que detecta el micrófono, es más amplio que el propio espectro auditivo humano y su sensibilidad mayor. Esa sensibilidad la puedes escoger y programar, ya que existen diferentes modelos en el mercado. Hay modelos estándar, pero lo más adecuado es acudir a un centro especializado que te diseña uno en función de tus características auditivas y de los intereses que demandes.
[2] Pinganillo, 1. m. Ast., León, Pal., Sal., Vall. y Zam. carámbano (‖ pedazo de hielo). A pesar de que la Real Academia Española (RAE) no reconozca otro significado, todos sabemos de qué hablo.
El sonido que capta su micrófono incorporado, es procesado y reproducido nuevamente por un altavoz en la parte interior del canal auditivo, adaptando el nuevo sonido a la sensibilidad y características de tu tímpano. De esta manera somos capaces, de escuchar sonidos o conversaciones, que sin él sería imposible. Por otro lado puedo controlar todos sus parámetros técnicos desde el dindo, hasta el punto que yo particularmente, lo utilizo como tapón sónico para dormir, nos sirve también en ambientes de mucho ruido, ya que el pinganillo filtra esos sonidos, o como auricular, inaudible para los demás, en conversaciones telefónicas.
Una experiencia peculiar, es tumbarte sobre la hierba en una noche en verano y escuchar los ultrasonidos, (sonidos inaudibles para el oído humano), que se producen en el rico ecosistema de un césped bien cuidado. Como las excitantes conversaciones de apareamiento que tienen ciertos insectos y bichejos varios. Algunos cantantes han aprovechado hábilmente alguna de estas “conversaciones” en sus composiciones con un éxito importante.
Últimamente está apareciendo la costumbre, de realizar implantes cocleares preventivos de nueva generación en críos pequeños, sobre todo en aquellas personas, que genéticamente tienen una clara predisposición, a desarrollar algún tipo de defecto auditivo en el futuro. Esto les va a permitir adaptar su cerebro, desde edades muy tempranas, a los nuevos sonidos que producen estos aparatos. Con esta nueva tecnología, esa persona, no solo va a oír bien siempre, sino que va a poder oír un espectro auditivo, mucho más amplio que el que ofrece el oído humano normal.
En general la primera generación de implantes cocleares, presentaban varias partes. Un procesador interno, que se sitúa dentro del hueso mastoides que rodea al oído, su función es recibir, decodificar y retransmitir señales eléctricas al cerebro, a través de una conexión de fibra óptica entre dicho procesador y a la cóclea, que solía constar de 16 a 22 electrodos. Externamente, tenían que llevar un dispositivo que cuenta con un micrófono receptor, un procesador de lenguaje y una pequeña antena.
La nueva generación de implantes cocleares, son dispositivos cada vez más pequeños y no tienen ningún componente externo, están basados en un novedoso chip de procesamiento de señales de baja potencia. Disponen de nuevas estrategias para procesar los sonidos en dos aspectos fundamentales: crear procesadores más fisiológicos (adaptando la señal auditiva, a la que puede reconocer nuestro oído interno) y crear procesadores que incorporen información, sobre la variación temporal del sonido (con ello se mejora la ubicación de la fuente de sonido en el espacio y en el tiempo). La conexión de fibra óptica con la cóclea, permite implantar hasta 128 electrodos (ocho veces más que los antiguos modelos).
Son dispositivos electrónicos energéticamente autosuficientes, que alimentan su batería interna del gradiente electroquímico, que producen ciertas células, en una cámara llena de iones, que tenemos todos en el interior de la cóclea y que produce el potencial eléctrico que manejan las señales neuronales. Para casos muy excepcionales de un uso muy intensivo se les puede acoplar, también internamente, un cargador inalámbrico, para así recargar la batería del chip de procesamiento, en tan sólo dos minutos.
Este sistema no solo se está implantando en personas con problemas auditivos de nacimiento o como consecuencia de un accidente, sino a todos los que al analizarles su código genético (ADN) han detectado una clara propensión a perder audición a partir de una determinada edad. Otras muchas personas con audición normal, están empezando a implantarse, para obtener un espectro auditivo más amplio, obtener mejoras en la sensibilidad acústica, o simplemente tener un control total sobre tu sistema auditivo.
Una persona que tenía este implante me contaba su experiencia diciéndome. Cuando no quieres ver algo, cierras los ojos y ya está, oscuridad total, sin embargo que haces cuando no quieres oír algo, taparte los oídos con las manos, ponerte unos tapones, y a pesar de eso sigues teniendo un rastro de audición. Él me contaba que con este sistema, tan solo con pensarlo (subvocalizando el pensamiento, que nadie se ponga nervioso), podemos “cerrar los oídos”.
Lo que realmente es una virguería, es el implante ocular, te sustituyen principalmente el cristalino y la córnea. Es sin duda la mejor decisión que he tomado en mi vida, tiene un coste elevado, ya que el sistema de salud pública solo lo cubre en situaciones muy excepcionales, aunque en mi caso era casi obligado, ya que había perdido un porcentaje importante de visión. Por fin he podido tirar todas las gafas a las que jamás me he acostumbrado, las de cerca, las bifocales, las del coche, hasta las de Sol, estas tampoco son necesarias, ya que la lentilla que incluye el implante se polariza si detecta que en el ambiente hay excesiva luz.
Las lentillas no solo son unas eficientes gafas de Sol, sino que actúan como una sofisticada pantalla de ordenador, que se conecta a tu dindo y te informa de qué hora es, las citas y mensajes pendientes y tu estado de salud general, como una especie avanzada de realidad aumentada. Mezclando la información virtual, con las imágenes reales que estás viendo, enviando ese conjunto de imágenes, directamente hacia la retina del usuario. Lo interesante es que no solo mejora la capacidad visual, de aquellos que padecemos deficiencias importantes de la vista, sino que está diseñada para mejorar la visión de cualquier persona, hasta tres veces mejor que una visión normal AV 20/20, según el test de Snellen.
Además de recuperar plenamente la visión y de mejorarla, el implante opcionalmente, suele incluir dos protuberancias a cada lado de los ojos, que actúan como un proyector holográfico, que se comunica con el dindo y que no forma parte del sistema ocular. Funciona como una pantalla de información que se proyecta a nuestro alrededor, desde luego no es muy útil si miro directamente al Sol, pero a contra luz o en interiores es fantástico.
La lente biónica sustituye a nuestro cristalino natural defectuoso y actúa como un sistema óptico en miniatura que trabaja como una cámara digital pequeña. Puede cambiar el enfoque, de objetos cercanos a objetos lejanos, más rápido que lo que el ojo humano es capaz de hacer. Permite también generar imágenes “formateadas” para el ojo y el cerebro humano, esto quiere decir, que proyecta las imágenes adecuadas para nuestra forma de ver las cosas y a una velocidad vertiginosa. La propia lentilla es la que proporciona la imagen preparada para el ojo, evitando mareos y dolores de cabeza propios de una imagen tridimensional inadecuada. Solo hay que hacer que esta proyecte lo que se adapte mejor a nuestro cerebro.
El nuevo cristalino no se degrada con el tiempo, por lo que no volverás a tener problemas con la visión, vivas el tiempo que vivas. Por otro lado, las imágenes que capta, mejora y elabora el nuevo conjunto óptico, formado por la lentilla, la córnea y el cristalino, podría ser enviado a un dispositivo externo. Hasta el punto que podrías tener grabada la película de tu vida, con todas las implicaciones que ello conlleva…
En si estas lentes biónicas, no pueden hacer milagros, ya que el poder de resolución es una barrera infranqueable y está acotado por el número de conos y bastones que tenemos en la retina. Solo algunos privilegiados tienen una concentración mayor de fotorreceptores en sus ojos, pudiendo conseguir un poder de resolución mayor de lo normal. Esto quiere decir, que para una persona «normal» es imposible ver más de (AV 20/20). La única manera de mejorar esa cifra, es aumentar la densidad de conos y bastones en nuestra retina, cosa que no se soluciona con el cambio del cristalino, sino del ojo entero (o de la retina, aún más difícil). Lo que realmente ocurre con el nuevo conjunto óptico, es que realiza una ampliación artificial de la imagen, sería como hacer un ligero zoom, lo que nos permite distinguir una mayor distancia entre dos puntos.
Los biosensores están revolucionando el mundo de la medicina. Tecnología microscópica, que puede ser introducida en cualquier parte del cuerpo humano, para monitorear su funcionamiento y alertar frente a situaciones de riesgo. De todos ellos los transductores basados en principios electroquímicos, son los que más se han desarrollado en los últimos años, pero no los únicos y existen multitud de tipos diferentes de biosensores, que son capaces de medir prácticamente cualquier parámetro.
Es, sin duda, un concepto revolucionario, el dindo recibe la información del biosensor implantado que vigila mi corazón. Otros miden tus constantes vitales. Biosensores implantados próximos al torrente sanguíneo, realizan micro pinchazos para analizar la sangre y el azúcar cuando lo considera necesario, o la cantidad de alcohol en sangre, con lo que te avisarán si te pasas con el champán. “Microchips chivatos”.
El dindo también monitorea una serie de parámetros, incluyendo las pulsaciones, tus patrones de sueño, controla tu dieta diaria o cuántos pasos das al día. Te puede escanear para obtener información del ritmo cardíaco, de saturación de oxígeno, de temperatura y presión arterial. Ya nadie se desangrará, en un accidente, hasta morir, o sufrirá un ataque al corazón estando solo, porque al primer indicio de indisposición, nuestros microchips avisarán a una ambulancia y estaremos salvados.
Todo este conjunto de sensores junto con el dindo, es una especie de tricorder[3] médico que te monitoriza constantemente. Estos dispositivos están conectados con agentes de inteligencia artificial, que a su vez estarán conectados a supercomputadores como IBM-Watson. Esto ofrece a las personas un diagnóstico instantáneo y preciso. Es posible que en un momento dado, tu dindo te susurre en el pinganillo “…esto no pinta bien, necesitas ir a una sala de emergencias…”, o quizás diga, “ …probablemente sólo sea una gripe que ronda en el vecindario y que tus síntomas son consistentes con ello y que no tienes que preocuparte y que por lo tanto no puedes escaquearte del trabajo…”. No todo tiene que ser ventajas con la tecnología.
[3] Tricorder, En el universo de ficción de Star Trek, el tricorder (a veces traducido como trigrabador o tricodificador) es un sofisticado dispositivo portátil de escaneo, análisis de datos y comunicación. La palabra «tricorder» es un acrónimo de «tri-» y «grabadora», en referencia a las funciones del dispositivo (detectar, grabar, y procesar) y de los tres análisis que realiza por defecto: geológicos, meteorológicos, y biológicos.
Siguiendo con sus prestaciones, el dindo tiene almacenado un completo y exhaustivo expediente médico, por supuesto en el formato internacional estandarizado, incluyendo posibles alergias, incompatibilidades, medicamentos poco efectivos, también incluye una secuenciación de tu ADN. De tal modo que en cualquier momento, en cualquier lugar de cualquier país, ante una emergencia médica, los servicios que te atiendan lo primero que deben hacer, es extraer tú expediente médico de tu dindo, si no lo tienen previamente y actuar en consecuencia.
Debido al avance en biología molecular y al desciframiento del genoma humano. Ha surgido la ciencia genómica, la cual ha permitido que se reclasifiquen muchas enfermedades según códigos genéticos y los tratamientos farmacológicos se diseñan según la secuencia de ADN del paciente y en consecuencia será posible individualizarlos en cuanto a tipo de medicamento y dosis.
Otra de las utilidades que más apreciaba de los dindo, era que desde que me lo coloque, había dejado mi mazo de llaves en casa y no lo había vuelto a coger. Más de una vez estando ya en la calle, he vuelto a casa, por tener esa clara sensación que olvidas algo importante. Sin duda para la gente joven, esto son chorradas de abueletes, pero para nuestra generación, salir de casa sin el pesado manojo de llaves y sin cartera, era como salir desnudo.
En realidad ni siquiera tienes que llevar el dindo, ya que las puertas se van abriendo a tu paso, las de la casa, del coche, de la oficina, o cualquier otro sitio donde estés identificado y tengas autorización. La apertura se realiza con un alto grado de seguridad, ya que se sustentan en diferentes técnicas de identificación, como las que engloban todo lo relacionado con la biometría, el uso de algún rasgo corporal, físico o del comportamiento para identificarnos, como la huella, el iris, la cara o la voz. Otras en técnicas de radiofrecuencia cercana o soluciones basadas en fotónica, en este caso es el dindo el que nos tiene inequívocamente identificado (si no fuese así se bloquearía), se comunica con la cerradura emitiendo señales codificadas, (es un protocolo de comunicación perfectamente reglado y la información viaja cifrada).
Había desaparecido el dinero en metálico, Bill Gates dijo en una ocasión: “la sociedad necesita a los banqueros, pero no necesariamente a los bancos”, el dindo era un verdadero banquero en nuestro bolsillo. Te servía tanto para pagar en cualquier sitio, como para financiarte o prestar a un tercero, lo utilizas para cobrar cualquier factura o servicio que realizaras. Habíamos entrado en la era de lo que se denominaba dinero líquido.
No hablamos ya del clásico sistema de pago a través del móvil, eso lo llevamos utilizando desde los años 20, sino que hablamos de una gran transformación en la sociedad en lo que se refiere a las transacciones e intercambios. El trueque de toda la vida, ha renacido, se intercambia todo: habilidades, conocimiento, productos, servicios, etc. Sin transacciones monetarias, sólo hay transacciones de confianza entre particulares (basadas en protocolos de cadena de bloques). Los ciudadanos diseñan y cofinancian sus propios servicios, a través del Micromecenazgo, donde los organismos y administraciones públicas son incapaces de llegar, ni aportar ningún valor. Existe el consumo colaborativo, que se paga a través de trueque o dinero en moneda virtual local. Podemos realizar Préstamos P2P, con total garantía de devolución. Este asunto tiene una gran transcendencia y hablaremos del dinero líquido, con más detenimiento en otro momento.
Existían básicamente dos modelos de dindo, aquel que se consideraba externo, que lo comprabas en una tienda y lo utilizabas como un antiguo Smartphone, con unas prestaciones más reducidas y estandarizadas, y el dindo personalizado. Este se diseñaba y fabricaba en función de tus propias especificaciones y necesidades, era lógicamente más costoso, pero se utilizaba sobre todo en personas que tenían una dependencia sanitaria de él, como era mi caso y el de la mayoría de personas mayores, o bien por cuestiones de trabajo.
Su diseño era personal e intransferible y se le consideraba indestructible, ya que disponía de un núcleo esférico desarrollado con materiales nanotecnológicos, que aunque te arrancaran el equipo lo metieran en agua a la profundidad que fuese, lo arrojaran a un incendio o lo aplastaran con una maza, ese núcleo seguía emitiendo unos códigos que lo identificaban contigo y era capaz con esos códigos de recuperar de la nube toda tu información, se podría decir que EL DINDO ERA TU OTRO YO.