EL CANAL DE CASTILLA, es uno de los proyectos más relevantes de ingeniería civil de la España Ilustrada, el objetivo principal de su construcción, fue servir como vía fluvial de comunicación y transporte, que solucionase el problema de aislamiento al que estaba sometida la meseta castellana. Debido principalmente, a una orografía complicada y una deficiente y mal conservada red viaria, que dificultaba y hacía casi imposible, el transporte de los excedentes agrarios de la región, cereales en su mayoría, al resto de la península y en especial a los puertos del norte.
Existen varios precedentes de canales en los siglos XVI y XVII, pero no fue hasta el reinado de Fernando VI y su ministro el Marqués de la Ensenada, que propone en 1.751 la construcción de una red de caminos y canales de navegación pensados para Castilla, al ser por entonces, la principal productora de cereales. El ingeniero Antonio de Ulloa, presenta el “Proyecto General de los Canales de Navegación y Riego para los Reinos de Castilla y León” basado en otros trabajos previos del ingeniero francés Carlos Lemaur.
Demos gracias a que a estos insignes señores, no se les ocurriera llamar a tan magnífica obra con el nombre de “Proyecto General del TRASVASE PISUERGA-SEQUILLO de Navegación y Riego para los Reinos de Castilla y León”, ya que en estos memento en el mejor de los casos, estaría denostado o prohibido hablar del canal y en el peor, anegado de hormigón.
En el proyecto inicial se contemplaban 4 canales, que unirían Segovia con Reinosa, con la intención de, en un futuro, atravesar la cordillera Cantábrica y poder llegar al mar por el puerto de Santander. Aunque solo se construyeron tres ramales.
Ramal del Norte: Con un recorrido de 75 km, 24 esclusas y 9 arquetas de riego de sillería de piedra caliza bien tallada, es el que más desnivel tiene que salvar. Comienza en Alar del Rey (Palencia), tomando las aguas del río Pisuerga, y llega hasta Ribas de Campos, donde, en el lugar conocido como Calahorra de Ribas, sus aguas se juntan con las del río Carrión.
Ramal de Campos: Con un recorrido de 78 km, 7 esclusas y 5 arquetas de riego son de ladrillo con refuerzo de piedra en la cornisa, apenas tiene desnivel. Comienza en Calahorra de Ribas y continúa por la comarca de Tierra de Campos hasta Medina de Rioseco, desembocando en el rio Sequillo.
Ramal del Sur: A la altura del Serrón, término municipal de Grijota (Palencia), el Ramal Campos se bifurca en dos, dando lugar al comienzo del Ramal Sur que llega hasta Valladolid. Tiene un recorrido de 54 km. y 18 esclusas
Las obras de este grandioso proyecto dieron comienzo el 16 de julio de 1.753 en Calahorra de Ribas (Palencia), las obras duraron casi un siglo, marcadas por múltiples interrupciones, problemas presupuestarios, políticos incompetentes, epidemias y guerras. No fue hasta el 14 de diciembre de 1.849, año en el que comienza la explotación del Canal de Castilla; navegación, fuerza hidráulica, regadío y pesca por la “Compañía del Canal de Castilla”, gracias a un contrato con el estado por un periodo de 70 años. Una vez concluidos estos, revertirá de nuevo al Estado, que es quien lo administra desde entonces.
Aunque la navegación comenzó por el ramal Campos-Norte a finales del siglo XVIII, la época de mayor esplendor tuvo lugar, una vez concluido todo su recorrido actual, entre los años 1.850-1.860 (hasta que entro el ferrocarril en funcionamiento), cuando las barcas que surcaban el Canal superaban las 350, la mayoría de ellas de propiedad privada. Llegaron a existir hasta cuatro barcazas-diligencia destinadas al transporte de viajeros entre Palencia y Valladolid, con servicio diario que unía ambas capitales; el viaje duraba de seis a siete horas, siendo la tarifa de 12 reales por persona.
Las barcazas eran arrastradas por mulas que iban por los caminos de sirga trazados junto a las márgenes del canal, siempre al lado izquierdo del canal en el sentido de la marcha, las barcazas eran de tipo francés de 53 toneladas, de tipo alemán de 40 toneladas y de tipo vizcaínas de menor tonelaje. Jovellanos nos cuenta que “Desde Paredes de Nava suben las barcazas hasta Herrera de Pisuerga con 200 cargas de trigo. Como quiera que la carga de trigo fuera de 4 fanegas, se deduce que cada barca llevaba 800 fanegas que vienen a ser unas 3.200 arrobas de peso, es decir casi 37.000 Kg”.
La apertura de la línea férrea Valladolid-Alar del Rey (1.857) y su continuación hasta Santander en (1.868), con un trazado casi paralelo al del Canal de Castilla, motiva que el Canal vea truncada su utilización como vía de transporte y comunicación.
No obstante su cauce sigue proporcionando otros usos derivados de la fuerza motriz del agua, generando un desarrollo económico e industrial en las localidades por las que discurre y propiciando que nazcan, fábricas de papel, harinas, cueros, batanes, molinos, armas e incluso astilleros. El Canal de Castilla ya no solo era una vía de comunicación y una arteria para irrigar los socarrones campos de Castilla, también era el responsable del despertar industrial de la Región.
La industria fue perdiendo su utilidad y eficiencia, hasta que su uso quedó relegado, convirtiéndose hoy en día en una infraestructura, cuyos usos prioritarios son el regadío y el abastecimiento de agua a poblaciones como Palencia y Valladolid; usos a los que se suma, cada vez con más fuerza, el turístico.
Como dijo el inglés J. Townsend, que tuvo ocasión de recorrerlo en su viaje realizado durante los años 1.786 y 1.787. Vale la pena reproducir las palabras de este autor, que tan crítico se mostró otras veces con las obras que emprendía la Corona Española:
“Cuando esté acabado, lo que puede tener lugar en menos de treinta años, tal vez no haya nada en el mundo, en ese género, que pueda serle comparado, en relación con el trabajo, la extensión o la utilidad. El trabajo y la extensión hablarán por ellos mismos, pero la utilidad no podrá ser conocida más que de aquellos que hayan visto ese país. Sin hablar de los carbones que pudieran ser transportados de Asturias al Mediodía, y de las manufacturas que podrían, por ese medio, establecerse en Castilla, y hallar una salida muy cerca por la bahía de Vizcaya, los excelentes vinos de esa provincia arenosa, que ahora apenas si pagan los gastos de su cultivo, no solamente se venderían fácilmente, sino que serían cada vez más buscados; los aceites adquirirían valor para la mesa o para los jabones, y los granos, que, en las estaciones abundantes, resultan la ruina del granjero, serían para él una fuente de opulencia y estimularían su industria por nuevos esfuerzos”.
En 1.919 el canal revirtió al estado y se creó la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD), que intento revitalizar la navegación con diferentes obras, hasta que en 1.959 se suspendería definitivamente la navegación, manteniendo el canal su utilización para el regadío, abastecimiento de agua y fuerza hidráulica.
DEMARCACIÓN HIDROGRÁFICA INTERNACIONAL DEL DUERO
La demarcación hidrográfica internacional del Duero es la más extensa de la Península Ibérica con 98.073 km2, comprende el territorio de la cuenca hidrográfica del río Duero así como las aguas de transición del estuario de Oporto y las costeras atlánticas asociadas. Es un territorio compartido entre Portugal (20% de la superficie total) y España (80%). Siendo la Confederación Hidrográfica del Duero la administración Española que le compete como entidad gestora, y cubre 78.859 km2.
En el ámbito territorial español, se incluyen las aguas continentales españolas e internacionales, fronterizas y transfronterizas, tanto superficiales como subterráneas, de la parte española de la cuenca del Duero. Hay unos 400 km lineales de frontera entre España y Portugal que son atravesados por diversos ejes fluviales, entre los que destaca el propio río Duero, configurando un espectacular cañón en el área conocida como Los arribes del Duero, a lo largo de unos 100 km, en su caída desde la meseta castellana a las tierras bajas portuguesas.
En la actualidad, la administración del agua en España, ha venido experimentando una serie de cambios derivados de la incorporación, al derecho español, de la normativa europea en materia de aguas. Una de las principales novedades ha sido la ampliación del concepto originario de cuenca hidrográfica, establecido en el Texto Refundido de la Ley de Aguas, como «la superficie de terreno cuya escorrentía superficial fluye en su totalidad a través de una serie de corrientes, ríos y eventualmente lagos hacia el mar por una única desembocadura, estuario o delta», hacia el de demarcación hidrográfica, que incorpora las aguas de transición y costeras. En nuestro caso la demarcación es de carácter internacional y, con ese carácter, constituye el ámbito de los planes de gestión que deben desarrollarse de acuerdo con la Directiva Marco del Agua.
La parte española de la demarcación del Duero limita por el noroeste con la demarcación del Miño – Sil, por el norte con la del Cantábrico, al noreste y este con la del Ebro, y al sur con la del Tajo; hacia el oeste la cuenca continúa con Portugal. En España la cuenca se extiende por las comunidades autónomas de Castilla y León, Galicia, Cantabria, Castilla – La Mancha, Extremadura, La Rioja, Madrid y Asturias.
El riego se ha convertido actualmente en el principal aprovechamiento del canal. La idea de usar las aguas del canal para el riego no se olvidó en ningún momento, respondiendo al deseo de algunos ilustrados, de dotar a nuestra región de un importante canal de riego, a la vez que sirviera para la navegación, pues desde el principio se estudió con detalle la profundidad, el caudal y la corriente para hacer compatibles el riego y la navegación, ya que para cada uno de estos usos, esos parámetros deben de ser distintos.
Además, a lo largo de su trazado, se van instalando distintas tomas de agua protegidas por interesantes arquetas; que se levantan en el siglo XVIII, las de Melgar, Requena, Becerril y Paredes de Nava, como ejemplos destacados. Más tarde, la construcción de embalses en las cabeceras de los ríos Pisuerga y Carrión y la transformación del canal, llevada a cabo en tomo a 1.960, favorecieron las exigencias del regadío.
El riego siempre ha representado un punto de diferenciación, sobre todo en zonas áridas, como es el caso de la agricultura de Castilla y León y en mayor medida, en una agricultura tecnificada al máximo como la actual, pudiendo representar un factor multiplicativo con respecto al secano en la misma zona de (x4). Otro factor fundamental en los tiempos que corren, es considerar el agua, como un input básico y critico a la agricultura, de tal forma que su uso, debe ser considerado como una materia prima escasa y por tanto, debe ser optimizada su utilización.
Actualmente la zona de Frómista, esta regada por tres canales:
Canal del Pisuerga, se inaugura en 1.932 con una longitud de 70 Km, un caudal de 12 m3/seg, y una superficie regada de 9.297 Ha.
Canal de Castilla Ramal Norte, se inaugura en 1.791, con una longitud de 75 Km, un caudal de 10 m3/seg, riega 9.170 Ha.
Canal de Frómista, nace en el canal de Castilla, se inaugura en 1.959 y tiene una longitud de 32 Km, con un caudal de 2 m3/seg, riega 1.900 Ha.
En diferentes partes hemos hablado, que la agricultura es el sector que más agua consume. La agricultura tradicional ha considerado el agua, como un elemento que estaba en el entorno, como el aire o la tierra y por tanto, nunca lo considero como un recurso costoso. El calentamiento global, la contaminación de muchos cursos de agua y la presión por aumentar la producción, para alimentar cada vez a más gente, ha puesto al agua, de la noche a la mañana, como uno de los input en agricultura más limitante.
La importancia del agua para la agricultura, es muy fácil de resumir. Las plantas al igual que cualquier otro ser vivo, necesita agua para desarrollarse y cumplir sus funciones esenciales. El reto es encontrar las soluciones pertinentes, para mantener este preciado recurso, es por tanto incuestionable realizar una gestión inteligente de este recurso, tanto a nivel de cuenca, como de canal, como de parcela. Como conclusión podemos decir, que el agua es un recurso renovable y por tanto ilimitado, el agua no es el problema, lo verdaderamente crítico, es que su gestión debe ser adecuada y sostenible, como en el resto de input en agricultura.
Después de las grandes sequias de finales de la década de los diez, la administración y en general toda la sociedad europea, tomo conciencia que el agua, no podía ser un juguete en manos de unos políticos localistas y caprichosos, sino que era un recurso vital, que debía ser gestionado a nivel país, o con una visión más amplia a nivel europeo.
En las últimas décadas, muchos expertos vienen exigiendo un completo rediseño de la red hidráulica, que en el mejor de los casos no había sufrido mejoras, desde la época de Franco. Añadido al abandono anterior, la incidencia que está teniendo el calentamiento global en el que estamos inmersos, con la multiplicación de sequias e inundaciones. La mayor demanda de agua, que propicia el desarrollo tecnológico aplicado a la agricultura, se suma a las cada vez mayores exigencias para el adecuado aprovechamiento de los recursos hídricos. Por tanto es imprescindible aplicar soluciones novedosas, ingeniosas y una investigación incesante, que permita mejoras en su explotación, tanto en su vertiente puramente técnica, como en la ambiental o social. La planificación de un recurso natural e imprescindible para la vida de las personas, no se puede hacer en función de los intereses puntuales de una determinada zona geográfica.
Actualmente se están proyectando y construyendo, nuevos embalses en toda la cordillera Cantábrica (solo en esta cordillera más de 50), tanto en su cara Sur, como sobre todo en su cara Norte, con el fin de poder optimizar la recogida de lluvia y deshielo. También se están realizando galerías de alta capacidad, que comunican las dos vertientes y evitar en lo posible, que el exceso de lluvia, que se produce en la cara Norte se desperdicie hacia el mar. Junto con estos embalses se están ejecutando infraestructuras hidráulicas, que consisten en unir los embalses de cabecera, más pequeños y los primeros en recibir las lluvias torrenciales y los deshielos con otros de más capacidad, que no necesariamente estén situados en su mismo cauce.
Por otro lado los sistemas de riego, que actualmente en su mayoría están entubados y modernizados, forman una red, con las balsas de acumulación en superficie y subterráneas, de las zonas agrícolas limítrofes y con los embalses de cabecera. Con esta nueva red hidráulica interconectada, se pretende recoger hasta la última gota de lluvia y deshielo, canalizarla y almacenarla. Este nuevo impulso que se da a las redes hidráulicas, claramente favorece a nuestra zona, dada la situación de cercanía y sobre todo a la ampliación de nuestro ciclo vegetativo, gracias al aumento de temperatura media, consecuencia del citado calentamiento global.
Uno de los proyectos hidráulicos más singulares y espectaculares, que se han emprendido en la última década, ha sido el trasvase Ródano-Murcia. La idea consiste en diseñar un trasvase desde la desembocadura del río Ródano, en el sur de Francia, hasta las costas de Murcia. En origen el proyecto se concibió para dar respuesta a la permanente sequía que asolaba al sur-este español, como consecuencia del calentamiento global, pero pronto represento una de las banderas más importantes de la nueva unión política de Europa, al trasladar los recursos hídricos que sobraban en la Europa continental al sur de la España seca, como un acto de solidaridad entre países de la nueva Europa.
El trasvase consistió en una tubería flexible subacuática, que se asienta en la plataforma continental, situada entre los 50 y 100 m bajo el mar, que discurre alrededor de la costa Española, lo más próximo posible a la costa. Los números del proyecto son mareantes, el tubo tiene una longitud de casi 1.000 Km, una sección de 5 m de diámetro y un volumen de agua en su interior de 20 Hm3, lo mismo que un embalse de tamaño medio.
El tubo se realizó de un nuevo material flexible y muy resistente, se diseñó con la idea de fabricarlo «in situ». Para ello se construyó un “submarino-fabrica” que se mueve por el fondo de la plataforma y a la vez que va produciendo el tubo, lo deja colocado sobre la plataforma continental, con unos anclajes para evitar su movimiento debido a las corrientes marinas. Inicialmente este tubo está vacío y por lo tanto plegado, cuando esté terminado, se iniciara el bombeo de agua hasta llenar el tubo e iniciar la circulación.
Simultáneamente se está construyendo, una zona de bombeo subacuática, en el fondo del mar en la misma desembocadura del Ródano, con esto evitamos grandes infraestructuras en tierra y por otro lado aprovecharemos el agua dulce del rio antes que se disuelva definitivamente en el mar salado. En determinadas zonas de la costa española se construyen estructuras de extracción de agua de la tubería principal, que llegan a tierra y son distribuidas por las redes hidráulicas de riego.
El importante volumen de agua que se almacena en el propio tubo, añadido a su coste unitario relativamente bajo, dio al proyecto una proyección insospechada, hasta el punto que se habían iniciado planes tanto para continuar con el tubo hasta Gibraltar, como el diseño de nuevos tubos en la desembocadura del Ebro o del Po en Italia. El tubo permanecía lleno en todo momento, haciendo las veces de una importante reserva de agua dulce, que se iría rellenando en función de las necesidades de extracción en determinadas épocas.
Conseguir modificar la estructura de riego, con las diferentes administraciones, fue uno de los primeros objetivos que nos planteamos a la hora de planificar la futura sociedad agrícola de 23.000 Hectáreas. Fue algo realmente duro, se necesitó más de 4 años y una treintena de reuniones, con técnicos, políticos, gestores, un verdadero caos. Hoy todavía no consigo entender esa resistencia. El planteamiento fue el siguiente.
Las zonas de regadío y las estructuras básicas del mismo, se establecieron en los años 30 del siglo XX. En ese momento todos los riegos se realizaban por gravedad y dada la situación económica y técnica del país, no se entreveía ningún tipo de avance tecnológico, que cambiara sustancialmente esa situación. En esas circunstancias se planifico, con bastante buen criterio, que en las zonas que se asignaran de regadío, todas las parcelas que incluyeran, salvo raras excepciones, se considerarían de regadío, esto era así, porque cualquiera podría regar, sin más que abrir la trampilla de la acequia que estuviera cerca de su parcela.
Por otro lado, en los canales principales, se estableció que el regadío seria “aguas abajo”, es decir, la zona que quedara en una cota de altura más baja, que el trazado del canal principal, ya que todos los riegos se ejecutarían por gravedad y por último, el trazado de los canales principales, la red de acequias secundaria y terciaria seria a cielo abierto. Añadido a ello, se estableció el concepto de campaña de riego, con un día determinado de inicio y un día de finalización. Propuesta bastante lógica, ya que la red de canales y acequias era muy grande y no se podía tener llena de agua, para que un par de agricultores, regaran en épocas en las que la mayoría no demandaba riego.
La situación hoy es radicalmente diferente, sin embargo se mantiene la inercia de aquella época, desde luego los humanos somos muy, muy reacios a iniciar cambios.
Actualmente, todos los regadíos son mecanizados, bien con pívot, cobertura enterrada, mini-cañones o goteo, prácticamente, nadie concibe un riego por gravedad, dado el enorme despilfarro de agua que esto supone. La inundación que provoca este sistema de riego, perjudica seriamente a los cultivos, sobre todo en los primeros estadios de su desarrollo, al margen de otras cuestiones menores, como es la cantidad de horas de trabajo que supone un riego “a pie”, o que el tamaño de las parcelas no puede ser excesivamente grande.
Por otro lado, el hecho de ser mecanizado, implica el uso de bombas para impulsar el agua con una cierta presión, por tanto es imprescindible que el diseño de la red hídrica sea subterráneo, a través de tubería presurizada y con control de fugas. Evitando de esta manera el enorme despilfarro de agua, que existe por roturas o fugas de una red de acequias a cielo abierto obsoleta y mal conservada. Dado que se plantea un control total del agua, el concepto de campaña, deja de tener sentido, ahora los 365 días del año son campaña de riego, al final lo que debe ser limitante en la utilización del agua, no son los días (tiempo), sino la dotación (cantidad).
Con estas premisas, parece bastante lógico pensar, que la organización de los regadíos no se puede planificar, con los mismos criterios técnicos que se emplearon hace 100 años, esto nos llevó a proponer nuevos objetivos en la planificación de los regadíos, que se resumen en una única máxima “Optimización del uso del agua”.
El primer paso consistió en determinar cuáles eran los recursos hídricos de que se disponía en cada una de las zonas a estudio. Parte del agua procedería del desembalse a través de las tuberías principales, regulado por los derechos que tenga cada zona y la disponibilidad de los pantanos. Otra parte procede de captación de aguas excedentarias, en épocas invernales, que se almacenan en la red de balsas superficiales, situadas en los mitic y en balsas subterráneas, formadas por lentejones de arena en el subsuelo. Por ultimo aguas subterráneas, tanto procedentes de la capa freática (controladas gracias a un profundo conocimiento de las mismas, que se consiguió con una tupida red de sensores, que nos indicaba en cada momento como fluctuaba dicha capa freática), como de aguas más profundas, que se conocía gracias a los estudios de geo hidrología realizados con anterioridad.
Con este primer estudio se determinó la cantidad de agua en volumen anual del que podía disponer la zona. Si consideramos que las necesidades hídricas de un riego mecanizado son considerablemente inferiores a las de un riego por gravedad y que las pérdidas de agua son ínfimas, comparadas con las de una red superficial, toda el agua que se destine al riego, va a llegar al cultivo. De una correcta planificación y valoración de necesidades hídricas de cada cultivo, se determina la cantidad de superficie que se podía regar, esta cifra es diferente cada año, en función de la pluviometría anual, de las reservas de agua disponible y de los cultivos planificados. Esta superficie era determinada gracias a todos los estudios técnicos antes citados, por las comunidades de regantes, la administración y los propios agricultores.
En un claro afán de optimizar el uso del agua. Los Pívot de riego, normalmente rocían agua sobre la parte superior del cultivo, aproximadamente a cuatro metros del suelo, si los emisores están instalados sobre la tubería principal a 1,0-1,5 metros del suelo si se han instalado bajantes. Actualmente se están utilizando mangueras más largas que quedan más próximas al terreno, alrededor de 0,3 metros sobre el suelo. Las mangueras terminan en espray o emisores con boquillas de baja presión y distribuidas a 1,5 metros de distancia una de otra.
Otra tecnología que se utiliza en combinación con el Pívot, es el riego por goteo. Consiste en una serie de bajantes con mangueras de goteo, colocadas a lo largo de la tubería principal, espaciadas entre ellas 1,0-1,5 metros y que se van arrastrando entre el cultivo lentamente a la velocidad a la que se desplaza el Pívot.
Este nuevo sistema de riego permite que se produzca el riego por debajo de la cubierta del cultivo y asegura que llegue al suelo, por lo que hay menor pérdida de agua a causa del viento y la evaporación. En días de mucho viento, o mucha insolación, el sistema podría reducir el consumo de agua a la mitad respecto a los pívot habituales.
Este sistema también ahorra energía ya que el uso de menos agua, implica bombear menos cantidad de agua. Además, las bombas que impulsan el agua en el Pívot no tendrían que funcionar a presiones tan elevadas con un sistema de manguera bajante de gran longitud en comparación con el diseño tradicional del Pívot. Otra de las ventajas menores de este sistema, es que las huellas de la rueda son mínimas, ya que van siempre por terreno seco.