Pasados los primeros tres años de nuestra primera reunión en Husillos, en febrero del 2.020, tuvimos nuestro primer reencuentro. Para que el momento fuese de verdad importante, decidimos darnos un merecido homenaje y nos peleamos a dentelladas con una generosa mariscada, a escote, sin duda, “…siempre es mejor ocho heridos, que un muerto…”, y como se lo pedíamos a un amigo de Santander, nos salía muy ajustadillo en precio, además nos recomendaba producto de temporada.
Arrancamos, para hacer base, con un arroz solo con almejas, espectacular y entrando en negocios unos camarones, son poca cosa, pero te entretienen y dan mucho juego, unas nécoras y el rey, para mí, el percebe. Terminamos con unos bogavantes, que salían a muy bien de precio, a la plancha estaban que se salían del plato y uno por persona, Uf, como nos pusimos. De lo bien que quedamos, daba pereza, hasta de ponerse a hablar, pero como tenemos mucho oficio y el trabajo es el trabajo, pasamos rápidamente a las copas, digo a ver el informe, muy exhaustivo de todos los factores que rodeaban a la actividad agropecuaria, por comentar como resumen tres pincelados del mismo.
La crisis fue causada principalmente, por el desplome de precios en prácticamente la totalidad de productos agrícolas, muchos de esos precios 15 años después, aun no se han recuperado. Añadido a esto la subida o el mantenimiento de precios, en todos los insumos agrícolas, (costes laborales, maquinaria, energía, fertilizantes, agua, químicos, etc.) y agravado por el envejecimiento de los titulares de las explotaciones, el pequeño tamaño medio de las mismas y la cada vez más compleja y enrevesada normativa agraria. Esta situación puso en un verdadero aprieto a todo el sector y llevo consigo inevitablemente, una reducción dramática del margen de beneficios de las explotaciones. Cuando esto se produce y no es una situación coyuntural, el único camino posible, es aumentar el tamaño de la explotación, reducir los costes de explotación o ambas estrategias simultáneamente.
La proyección del mercado, en términos de prospectiva, tenía dos caras. La amable se determinaba, en un clarísimo aumento a futuro, de la demanda mundial de alimentos, causada por el crecimiento de la población mundial y del incremento general del poder adquisitivo. Esto llevaba a un cambio en la dieta, que implicaba más cantidad de productos, de mayor calidad y precio. Sin embargo la cara desagradable estaba, en que en ese mismo mundo, seguía existiendo una importante proporción de la población, que no podía cubrir las mínimas necesidades alimenticias y en muchos casos moría de hambre.
Esta disyuntiva a la que se sometía a la agricultura, solo podía tener un resultado aceptable, este será un aumento de la productividad por hectárea y un mantenimiento o disminución de los precios finales de los productos alimenticios. La cuestión estaba, en como poder conseguir esta cuadratura del círculo, con unos insumos al alza y los problemas estructurales (envejecimiento, tamaño, legislación, etc.) que tenía la agricultura de nuestro entorno.
Desde otro punto de vista, la dimensión económica de las explotaciones agrarias españolas en relación con la UE y el resto de competidores mundiales, sigue arrastrando un notable retraso estructural, que se refleja en la reducida dimensión económica de las explotaciones, muy inferior a la media comunitaria. Resultado de una menor productividad de la tierra y del predominio de explotaciones familiares de pequeña dimensión. A todo lo anterior, había que añadirle la escasez de productos, que se podían sembrar en rotación, a disposición del agricultor de la zona, como consecuencia principalmente de la dureza de las condiciones ambientales, y del tipo de suelo.
Por último, los efectos negativos de la enorme volatilidad de los mercados agrarios, son múltiples y variados, dependiendo de los actores que participan de la cadena alimentaria. La volatilidad no es algo nuevo, sino más bien una característica intrínseca del sector, que tiene que ver: Con la elasticidad de la demanda y oferta agrarias, producidas por los desfases temporales, entre el momento en que se decide la siembra y el momento, en el que se recoge la cosecha. La irregularidad de las cosechas, como consecuencia de la variación de las condiciones climáticas de cada campaña. Otros factores secundarios, como la especulación financiera en los mercados de futuros o el aumento de la demanda de granos para producir biocombustibles y otros productos industriales.
La principal medida, aunque no la única, para reducir la volatilidad de los mercados agrarios, es aumentar la oferta de alimentos y eso pasa por aumentar la producción y la productividad agraria.
Centrándonos en nuestra tierra, el medio físico de Castilla y León no es muy propicio a la actividad agraria. Principalmente debido a la altitud, la media en nuestra zona está cercana a los 800 metros, mientras que las condiciones óptimas, para el desarrollo agrícola, se dan en zonas por debajo de los 200 metros de altura. Problemas climáticos como la escasez de lluvias, temperaturas extremas día/noche y verano/invierno. Una hidrografía basada en la cuenca hidrográfica del rio Duero. La tipología de suelos y su fertilidad es muy desigual en toda la comunidad, aunque en general son pobres, faltos de estructura y materia orgánica, ya que la mayoría han sido alterados y muy degradados, durante siglos, por la acción antrópica.
En el pasado, la agricultura tradicional fue el sector principal de la economía española. Sin embargo, en las últimas décadas, el sector primario español ha experimentado importantes transformaciones. La modernización económica del país a partir de 1.960 y la entrada de España en la Unión Europea en 1.986, junto a los avances tecnológicos, han modificado profundamente el sector agrícola español.
Esta modernización ha traído consigo, la progresiva pérdida de importancia de la agricultura en el conjunto económico del país. Si hacia 1.950 el valor de la producción agraria representaba un 30% del P.I.B. y la población activa agraria algo más del 50%. Hoy estas cifras se han reducido a porcentajes inferiores al 3% y 4% respectivamente. Ha modificado también la estructura de la propiedad y el tamaño de las explotaciones agrarias, disminuyendo el número de explotaciones (poco más de un millón en la actualidad, frente a los casi tres millones de explotaciones existentes en 1.962). Esta concentración ha permitido el aumento del tamaño medio de las explotaciones, aunque este aumento no ha sido suficiente.
Mayor problema presenta el envejecimiento de la población activa agraria: casi un 40% de los activos agrarios, superan los 50 años de edad. El envejecimiento es especialmente acusado, entre los titulares de las explotaciones agrarias, cuyo grupo más numeroso es el de los mayores de 65 años con un 56%, lo que significa que una buena parte de las explotaciones agrarias están a cargo de jubilados. El envejecimiento de los agricultores dificulta la aplicación de cualquier estrategia de desarrollo y modernización tecnológica del medio agrario.
Otro aspecto de la problemática local de la agricultura, es la composición social de la población activa agraria, donde se aprecia un predominio rotundo del trabajo familiar, dentro de las explotaciones agrarias. Las tres cuartas partes del trabajo agrario corresponden a trabajo familiar y por otro lado, debido a la creciente mecanización del campo, es cada día más habitual, la agricultura a tiempo parcial, es decir, que el propietario combina los trabajos agrícolas con otras actividades productivas.
Dominan las pequeñas y medianas explotaciones, aunque las grandes, tienen una importancia considerable desde el punto de vista superficial. El tamaño medio de las explotaciones, ha aumentado en los últimos cuarenta años, gracias sobre todo a los bajos precios de los arrendamientos, sin que la propiedad haya cambiado apenas. Por esta misma razón, ha aumentado también la agricultura a tiempo parcial. Por otro lado, aunque el tamaño de las parcelas ha aumentado, gracias a la concentración parcelaria, existe todavía una proporción importante de ellas, excesivamente pequeñas para las necesidades técnicas y económicas actuales. En las estructuras ganaderas se ha dado la mayor modernización, la producción, y el tamaño medio de sus explotaciones, se ha incrementado en todas sus ramas (vacuno, porcino y ovino), gracias a las subvenciones de la UE.
Se han dado avances tímidos sobre el mercado, pero en la buena dirección. Propuestas de comercialización conjunta (cooperativas, empresas de valor añadido, sindicatos agrarios). Búsqueda de cultivos alternativos (plantas aromáticas para perfumería, cultivos energéticos para producción de biocombustibles, cultivos industriales, etc.). Integración de la industria de la alimentación en el propio medio local, aunque son todavía insuficientes para las necesidades y posibilidades.
Por tanto tenemos un sector peligrosamente envejecido, sin un claro relevo generacional, la propiedad está muy atomizada, existe un claro exceso de maquinaria por unidad productiva, está mal dimensionada y es obsoleta y no se dispone de una diversidad de cultivos para realizar una rotación eficiente.
En el lado de las oportunidades, en esa misma época, fueron apareciendo importantes avances tecnológicos, como la agricultura de precisión, semillas transgénicas, cambio de paradigma en el modelo energético del campo y nuevas oportunidades en industrialización de productos.
La aparición de una poderosa industria especializada en robótica y maquinaria industrial adaptada a la agricultura, trajo consigo la irrupción de un nuevo concepto, la agricultura de precisión, protagonizada por una nueva generación de sofisticada maquinaria, que inevitablemente requería dos características para su optima utilización: Dimensión adecuada en la explotación y personal especializado para sacarle el máximo partido. Ninguna de las dos se daba en esos momentos, ya que la población agrícola, estaba dramáticamente envejecida como ya se ha dicho.
La incorporación a la agricultura, de la nueva revolución del Internet de las cosas (IoT), ha traído que todos los objetos que rodean el trabajo del agricultor, tengan incorporadas etiquetas de radio, para ser identificados y gestionados por otros equipos, de la misma manera que si lo fuesen por seres humanos.
Por ejemplo, los envases que contienen el herbicida que utilizamos, están conectados a la nube, a través de una de estas etiquetas. En el momento que rompo el precinto de esa garrafa, envía una señal a la nube con todos los datos, tanto de número de lote, contenido, posición georreferenciada por GPS. Estos datos se incorporan automáticamente a mi cuaderno de campo. Esa garrafa también hablara con el carro herbicida, con ello evitaremos errores en cuanto a tratamientos inadecuados o dosis indebidas. Pero también sirve para hacer una trazabilidad completa de los productos, este punto es muy interesante para el medio ambiente, ya que esa garrafa la tendré que reciclar adecuadamente y justificar la utilización de su contenido.
Existe la posibilidad de iniciar una agricultura inteligente, para que los agricultores afronten su trabajo, de forma preventiva y no correctiva. Adelantándose a plagas, conociendo el momento óptimo para el riego o la realización de los trabajos agrícolas en su justo momento. Para conseguirlo, será necesario instalar una red de sensores, que recoja datos y los procese, para que los productores tengan información en tiempo real, sobre el estado de sus cultivos. Aparecerá en el mercado estructuras externas que proporcionen información y conocimiento, sobre predicción climática, tendencias de mercados, aparición y control de plagas generales. Se diseñaran plataformas de software que mejorarán el uso y manejo de la metodología agraria y del control de los procesos de las plantas.
Ni siquiera en las actuales explotaciones de dimensiones más grandes, se está preparado para afrontar ese reto, porque o bien no se ve un relevo generacional claro, o no se tiene el suficiente musculo financiero, para seguir aumentando la explotación con la adquisición de nuevas fincas y a la vez proceder a una costosa, pero necesaria modernización de la maquinaria.
Hasta el punto que el peso de la maquinaria y de las construcciones asociadas, que lógicamente están muy infrautilizadas. A valor de balance, están en cifras muy similares a la inversión en fincas, o que los gastos en labores incluyendo en ellos amortización de maquinaria, mantenimiento, reparaciones, combustible y personal, es con mucho el mayor gasto de la explotación.
Otra de las oportunidades que surgió en esa época para abordar la gran crisis, fue la aparición y la aceptación social de una nueva generación de plantas más productivas y resistentes ante las enfermedades, la sequía y el ataque de los insectos, las conocidas plantas transgénicas. Desde hace miles de años los agricultores y ganaderos han mejorado las razas de animales de granja y las variedades vegetales comestibles utilizando la hibridación y la variabilidad natural. Hace treinta años se desarrolló un nuevo tipo de tecnología, la ingeniería genética. Con ella ya no se mezclan, ni se mutan genes al azar. Por el contrario, desde un genoma donador se toma un gen de interés y se transfiere a un organismo receptor adecuado, generando lo que la gente denomina organismo transgénico.
La biotecnología es una rama bastante novedosa, pero al mismo tiempo muy clásica, de la biología y sus disciplinas. Tiene sus fundamentos en la tecnología que estudia y aprovecha los mecanismos e interacciones biológicas de los seres vivos, en especial los microorganismos. Debido a su especial situación, la biotecnología permite obtener resultados que parecerían de auténtica ciencia ficción. Algunas de sus aplicaciones nos hacen la vida más fácil, mientras que otras son solo proposiciones de futuro. Para los que no la conozcan, según el Convenio sobre Diversidad Biológica de 1.992, la biotecnología se define como «toda aplicación tecnológica que utilice sistemas biológicos y organismos vivos o sus derivados para la creación o modificación de productos o procesos para usos específicos» y se clasifican en estas ramas principales:
Tipos de BiotecnologíaBiotecnología roja, se aplica a la utilización de biotecnología en procesos médicos. Biotecnología blanca, también conocida como biotecnología industrial, es aquella aplicada a procesos industriales. Biotecnología verde, es la biotecnología aplicada a procesos agrícolas. Biotecnología azul, también llamada biotecnología marina, es un término utilizado para describir las aplicaciones de la biotecnología en ambientes marinos y acuáticos.
En una primera generación de productos transgénicos, los que más se utilizaban eran de dos tipos, las que tienen tolerancia a los herbicidas como es el caso de la “Soja Gts” resistente al glifosato, al incorporar un gen de la bacteria Agrobacterium. Y las resistentes al ataque de algún tipo de insecto como el Maíz Bt, que incorpora un transgén de la bacteria conocida como Bacillus thuringiensis que puede sintetizar una toxina específica que mata a las larvas del “taladro del maíz” cuando se alimentan de la planta, es decir, que la planta genera su propio insecticida.
La siguiente generación de organismos transgénicos obtenidos de la biotecnología, se concentraron en la salud del consumidor, esto se desarrolló mediante el aumento de la calidad nutricional del alimento transgénico. Se potenciaron las características que tenían un alto contenido en proteínas y aminoácidos; cultivos con aceites, grasas y almidones modificados para mejorar el procesamiento y la digestibilidad, tales como colza con alto contenido de estearato, maíz bajo en fitato o ácido fítico. Otros ejemplos de alimentos genéticamente modificados son los siguientes: Leche con calcio mejorado, huevos con menos colesterol, patatas y tomates con mayor contenido de sólidos, maíz y soja con contenido aumentado de aminoácidos esenciales para ser utilizados en alimentación humana y animal, Café descafeinado naturalmente, cultivos con contenido modificado de ácidos grasos que permitan la producción de aceites más saludables.
Por último, los nuevos transgénicos proponen otras alternativas, como la “Cisgénenis”, que transfiere genes entre especies o variedades sexualmente compatibles, por ejemplo entre dos variedades de lechuga, consiguiendo el mismo efecto, que por el proceso de mejora genética de toda la vida (hibridación), pero en un periodo mucho más corto de tiempo. Y el “FasTrack”, transgénesis sin transgénicos, eliminando el gen una vez haya cumplido su función. Por ejemplo, introduciendo un gen en los frutales para acelerar su floración u otros caracteres, como la resistencia a plagas o la calidad de sus frutos y así agilizar el proceso convencional de mejora genética. Una vez obtengamos los individuos mejorados sólo tendremos que seleccionar aquellos descendientes que no hayan heredado el “transgén”, y vuala! dejamos de tener plantas transgénicas.
Otro problema se cernía en el escenario agrícola. La utilización de combustibles fósiles, analizado desde una doble vertiente, por un lado internamente con el elevado coste que representaba el capítulo energético, y por el lado externo la contribución que hacia la agricultura al calentamiento global, por el uso de estos combustibles. Según un informe de la FAO en 2.012, el sector alimentario supone cerca de 95 exajulios (1018 julios). Se trata de alrededor del 30 % del consumo mundial de energía, y más del 20 % del total mundial de emisiones de gases de efecto invernadero.
Los combustibles fósiles constituyen una parte significativa de los insumos en las explotaciones agrícolas, tanto de forma directa, en el funcionamiento de los tractores y el equipamiento, como indirecta, a través de los fertilizantes químicos y pesticidas. La síntesis del nitrógeno y el fósforo, dos componentes fundamentales de los fertilizantes inorgánicos, requiere enormes cantidades de gas natural. Los combustibles fósiles se utilizan de forma intensiva, fuera de las explotaciones agrícolas, tanto en el transporte de productos agrícolas, como en el procesamiento de alimentos.
En este momento no estaba claro cuál iba a ser la fórmula definitiva, que triunfara en el futuro, ya que se hablaba de biocombustibles de segunda o tercera generación, del hidrogeno utilizado en un motor de combustión, de hidrogeno accionando una pila de combustible y está un motor electico, o bien un motor eléctrico accionado por baterías. En todos los casos se abría una interesante oportunidad a las explotaciones agrarias, al poder producir ese tipo de energía en la propia explotación. Lo que ocurrió primero fue la sustitución del diésel por el biodiesel 2G, producido en la propia explotación. En otras explotaciones se sustituyó el gasoil, por el hidrogeno, en algunos casos producido en la propia explotación y en ultimo termino por los motores eléctricos y las baterías de última generación.
Los combustibles 2G, se podían producir con los restos de cultivos, en instalaciones de pequeño tamaño. La biomasa o la fotovoltaica, muy adaptadas al medio rural, se podían utilizar para generar hidrogeno o directamente electricidad para cargar baterías. En todos los casos, lo que partió siendo un gran coste para el agricultor, se convirtió en una de sus principales fuentes de ingreso, ya que en la mayoría de las explotaciones de cierta dimensión se producía más energía que la que se consumía.
El actual modelo energético del mundo se basa mayoritariamente en el consumo de combustibles fósiles, sin embargo este modelo se está cuestionando por varios factores: El agotamiento de las reservas (ocurra esto, cuando ocurra), induce a un previsible aumento del precio de esta energía, incluso aunque añadamos a estas reservas las procedentes del gas de esquisto no convencional (shale-gas). Por otro lado, cada vez son más los científicos y grupos de opinión, que alertan sobre el comienzo de un período de calentamiento global, asociado al incremento de emisiones de gases de efecto invernadero. Y por último, problemas de geopolítica internacional, en general estas reservas están en los países más conflictivos del planeta.
Ya nadie duda de que estemos, en un cambio radical del modelo energético, protagonizado en estos momentos por la energía renovable y a medio plazo, por la energía de fusión. Creo que de todos son conocidas, las ventajas de la energía renovable, como el hecho que la energía solar, está en todas partes y además su explotación permite una generación distribuida, al menos en la fotovoltaica y biomasa.
El recorrido tecnológico de estas energías, es todavía enorme y se están destinando una impresionante cantidad de dinero en I+D para potenciarlo, esto hará que el coste por unidad energética producida disminuya, frente al coste al alza que se dará en la energía fósil. Su baja tasa de emisión de CO2 contribuirá a mantener o detener el calentamiento global.
El poder de la gente, instalando en sus azoteas sistemas fotovoltaicos, que dotaran a los consumidores y las empresas, la capacidad de generar su propia electricidad, almacenándola en baterías, pudiendo llegar la energía a donde nunca llegó. La aparición de tecnologías que aplican la eficiencia energética en diferentes áreas, como la iluminación o el aire acondicionado, ayudará a limitar el crecimiento de la demanda de energía mundial.
Crisis causada por el desplome de precios en los productos agrícolas. Añadiendo una subida generalizada de precios, en todos los insumos agrícolas. Agravado por el envejecimiento de los titulares de las explotaciones, el pequeño tamaño de las mismas, la cada vez más compleja normativa agraria, la inviable dimensión económica de empresas agrarias y explotaciones familiares de pequeña dimensión.
Por tanto tenemos un sector peligrosamente envejecido, sin un claro relevo generacional, la propiedad está muy atomizada, existe un claro exceso de maquinaria por unidad productiva, está mal dimensionada, es obsoleta y no se dispone de una diversidad de cultivos, para realizar una rotación eficiente.
Como primera conclusión y a la vista de esta nueva maquinaria, de su capacidad de trabajo y de la complejidad de la misma, no ya solo de los vehículos en sí, sino de todo lo que se necesitaba a su alrededor para que estas máquinas fueran verdaderamente eficientes, era necesario un cambio en el modelo de ordenación del territorio agrícola y del tamaño de las explotaciones.