Mis amigos Pafije y Molite quedaron muy impresionados la tarde que les relate como era la siega a principios del siglo XX, animados por ello, hoy hemos preparado una pequeña reunión en la bodega, con la intención de seguir hablando de la agricultura tradicional Española (hasta 1.960). Después de comentar de forma muy general la situación de la agricultura en ese momento histórico, estuvimos debatiendo durante un buen rato, los problemas que afrontaron los agricultores. Todos nos habíamos informado previamente y fue un debate bastante animado, a modo de resumen nos pusimos de acuerdo en los siguientes factores determinantes de ese tipo de agricultura.
La agricultura tradicional mostraba en España, una muy baja productividad en comparación con la alcanzada en otros países de Europa, las causas de estas diferencias se explican por diferentes factores, que reunimos en tres grupos: ambientales, institucionales y tecnológicos.
Entre los ambientales tenemos por un lado, el predominio de un clima de carácter mediterráneo con un bajo nivel de pluviometría, temperatura media alta en verano y frecuencia de intensas heladas en invierno, que supone, bajos e irregulares rendimientos en secano y una elevada productividad en el escaso regadío, al combinarse agua suficiente con una elevada insolación y temperaturas suaves. Por otro lado el abrupto relieve existente, debido a la presencia de sistemas montañosos en gran parte del territorio, determina que España tenga un potencial agrícola muy bajo (ratio de superficie agrícola aprovechable sobre superficie total del país). La altitud media de las dos mesetas está por encima de los 650 metros, lejos del óptimo de los 200 metros para el desarrollo de la agricultura, añadido a ello un suelo poco fértil y un alto grado de erosión.
El papel jugado por los factores institucionales u organizativos, se centran en tres grandes cuestiones, que nos parecieron las más relevantes, por su posible influencia sobre el desarrollo agrario. La distribución de la propiedad estaba muy desequilibrada en todo el territorio nacional, con grandes latifundios en el sur y diminutos minifundios en el norte. La acción del Estado sobre la política agraria, con una clara pasividad en la realización de regadíos, al menos hasta la guerra civil y una política arancelaria proteccionista, que mantuvo un sector ineficiente y no favorable a los cambios.
Tras la Guerra Civil, a diferencia de lo que ocurrió en la mayor parte de los países occidentales, el apoyo ofrecido a los agricultores, por parte de las políticas públicas, fue escaso e incluso negativo. En tercer lugar la existencia de abundante fuerza de trabajo en el campo, ya que en España la revolución industrial, a diferencia de otros países Europeos, no llego hasta la segunda mitad del siglo, esta presión de la mano de obra, haría que los salarios estuvieran muy deprimidos y presentaban un freno, para el desarrollo tecnológico y la sustitución de mano de obra por capital.
Los factores tecnológicos se identificaban por su ausencia. Una de las principales características de la agricultura tradicional, es la poca o nula tecnificación y uso de la tecnología. Por ello, su producción, que no es a escala, suele alcanzar únicamente para el consumo del agricultor, quien además trabaja la tierra con herramientas como la hoz, la azada o la pala. Al ser una actividad aún rudimentaria, la producción depende en su mayoría, de las capacidades físicas del agricultor y sus trabajadores, por lo que el rendimiento y optimización de recursos es bajo. A esto se suma que la forma en la que se trabajan los terrenos corresponde a conocimientos o prácticas ancestrales y empíricas, muy poco eficientes en tiempos modernos.
Para entender la necesidad que tuvo la agricultura para afrontar la gran revolución que vino después, tenemos que ver cómo fue el mundo en aquel tiempo. En 1.900 la población mundial alcanzaba 1.800 millones de personas, en España 18,2 millones, la esperanza de vida no llegaba a 40 años, un 90% de la gente trabajaba en la agricultura (hoy en día no llega al 3%) y un agricultor producía alimentos para menos de 3 personas (actualmente para más de 50).
La productividad agrícola ha aumentado espectacularmente, en paralelo con el mayor consumo energético. En nuestra zona y según el catastro del Marques de la Ensenada de 1.749, producíamos en media del tipo de tierra y teniendo en cuenta que se cultivaba año y vez, unas 10 fanegas por obrada que representa unos 400 Kg/Ha/año. En 1.900 producíamos 600 Kg/Ha/Año. En 1.990 llegábamos a 3.500 Kg/Ha./Año y actualmente en 2.035 pasamos en media de los 8.000 Kg/Ha/Año, mientras que las exigencias de mano de obra asociadas caían en una proporción incluso mayor. En otras palabras, al reemplazar la energía humana por energía procedente de otras fuentes y al reemplazar la inteligencia humana por otras inteligencias, hemos aumentando extraordinariamente la producción de alimentos, a partir de una cantidad limitada de tierras.
En nuestra zona el cultivo de cereal, era prácticamente el único cultivo y se hacía de año y vez, esto era necesario, además de por la falta de fertilidad del terreno, porque el clima exige este barbecho bianual. Tras la cosecha, la tierra endurecida por la sequía estival, no permitía prepararla adecuadamente para la sementera de otoño y era necesario barbecharla tras las primeras lluvias. El trigo en nuestra zona ha sido el cultivo objeto de mayor esmero y cuidado, por ser el más extendido y que rinde mayor producto, suelen darse a los terrenos a él dedicados un máximo de cuatro labores de arado, casi siempre con el arado común y yunta. Se conocen estos trabajos con los nombres de alzar, binar, terciar y cuartar.
La primera labor y la más costosa, “alzar”, consistía en darles la primera arada a las tierras de rastrojos, lo que servía para airear la tierra y enterrar las pajas de la cosecha anterior, es un trabajo duro, tienes que ser una persona experimentada para poder manejar el arado y a su vez conducir las bestias para esquivar todas las rocas que se encuentren en la parcela, así como apretar el arado hacía abajo para profundizar el surco, estar pendiente de que la yunta no se salga de su surco, llegar al final de la parcela, voltear la vertedera y retroceder por otro surco, siempre conduciendo sus mulas por medio de silbidos y expresiones, el labrador siempre está hablándole a su yunta.
La segunda labor, «binar«, requería menos esfuerzo y tiempo toda vez que la tierra no había alcanzado a endurecerse, se hacía con unos aperos que se llamaban bisurcos o trisurcos según el número de rejas que tuvieran. Cuando las aradas anteriores resultaban insuficientes y el tiempo disponible lo permitía había fincas que se les aplicaba una labor más la de “terciar”. Así como «cuartar» era dar una cuarta vuelta de arado a la tierra, que en la práctica no se hacía casi nunca, lo mismo que la tercera, por falta de tiempo, aunque se consideraba conveniente para el campo.
Estas labores no tienen época fija para efectuarlas, puesto que su ejecución obedece a múltiples causas, pero lo más general es que la primera vuelta, se dé después de las primeras lluvias serias del otoño, desde los Santos á Navidad, la segunda de Febrero a Marzo, tras las primeras heladas para romper los terrones, la tercera de Abril a Mayo y la cuarta en Junio.
Después de arar la tierra se procedía a arrastrarla con la grada o rastro, para que con sus púas de hierro, verticales o curvas, romper los tabones que se encuentran en la tierra y dejarla dispuesta para la sementera.
La superficie que labra una yunta durante una jornada de trabajo no excede de 25 áreas en la operación de alzar; en la bina, que es más rápida y el terreno está algo más mullido, se aproxima a las 30, sucediendo lo mismo en la tercera labor, si es que se da, llegando en la labor de arrastrar para preparar la sementera de 32 a 33 áreas. Si se dan un total de cuatro labores antes de la siembra, la preparación de una hectárea asciende a 13 jornales.
La siembra se efectúa al voleo para los cereales y en las leguminosas a chorrillo, se suele tirar para el trigo, 1 ¼ de fanega por cada 500 estadales, o lo que es lo mismo 68 Kg/Ha. Cada mayoral sembrador siembra al día 6 fanegas (2,4 Hectáreas) de tierra y cada yunta con su correspondiente gañan cubre al día algo menos de dos fanegas de tierra (1,0 Hectáreas). Antes de sembrar, se trazan unas franjas longitudinales de unos cuatro metros de ancho que distribuyen el terreno en amelgas. La siembra consistía en arrojar y esparcir, con la mano a voleo, las semillas uniformemente.
El sembrador, llevaba la semilla en la «sembraera» (saco en forma de bolsa) llena de la semilla y colocada en bandolera en el costado izquierdo y según caminaba, esparcía la semilla con la mano, doblando el brazo donde tenía la semilla hacia el lado opuesto, a puñados, desparramaba en forma de lluvia más o menos uniforme la semilla, que se cubre generalmente con una ligera labor de palo. La tarea de sembrar y tapar la semilla puede costar 1,3 jornales por hectárea.
Escarda. Operación de suma importancia, que dado el esfuerzo que representa, sólo se realiza para los garbanzos, lentejas y en alguna finca especial en los trigos, no siendo extraño, ver extensos campos de amapolas y otras malas semillas ocupando quizás, más espacio en el terreno sembrado, que aquel que ocupa la semilla objeto del cultivo. Suelen dedicarse a esta labor casi 10 jornales por hectárea.
Promediando la escarda a toda la explotación, podemos decir que preparar y sembrar una hectárea de trigo, costaba 16 jornales por hectárea, que si tenemos en cuenta que producía unos 650 Kg/Ha, tenemos que producir una tonelada de trigo costaba 24 jornales, siguiendo con nuestra comparación habitual, llevado a nuestro tiempo en la que producimos 150.000 Toneladas, necesitaríamos 3.600.000 jornales, que actualmente hacemos con 50 jornales.
Cuando Pafije nos mostraba estos números, tanto Molite como yo quedamos impresionados, e incluso le discutíamos que tenía que haber cometido algún error y en algún momento había añadido algún cero de más en alguna de las cuentas, en todo caso la comparativa era espectacular. Molite que era un gran observador me reprochaba con mucha educación, mi incoherencia y me decía que tenía que aclararme, por un lado era claro que defendía técnicas y costumbres antiguas y por otro, era el primer defensor de la nueva agricultura SVA[1], yo me defendía argumentando, que era perfectamente coherente e insistía, que creía que deberíamos tener una actividad agrícola, con los métodos de principios del siglo XX y con la tecnología de finales del siglo XXI.
[1] Agricultura SVA: Agricultura de Suficiencia y de Valor Añadido, (AGRICULTURA de CICLO CERRADO) término que se popularizo hace cinco años, y trata de identificar una agricultura que incluye además de los clásicos objetivos, actividades nuevas como la producción de energía renovable, el tratamiento de Residuos Sólidos Urbanos, participación en industrias transformadoras de sus productos, ganadería, etc.
Una vez que se tenía sembrada la tierra, solo faltaba esperar hasta que llegara la cosecha, salvo en aquellos lugares que tenían el regadío como costumbre y la suerte de tener una toma de agua en sus fincas, cosa que no era muy frecuente. Son muy raros los terrenos de regadío en el cultivo de cereal. No he encontrado fechas exactas de cuando aparecen las primeras tomas directas de riego en el Canal de Castilla, pero según me comentan, podrían ser alrededor de 1.920.
Ni Pafije, ni Molite eran de Frómista, aunque ambos tenían ancestros que habían vivido en la zona, curiosamente ese fue el motivo por el que nos conocimos, yo con otros colegas habíamos hecho el árbol genealógico de todo el pueblo, en total 35.000 personas que habían nacido, vivido o fallecido en Frómista desde 1.498, este árbol le habíamos completado con los municipios de la zona de influencia, Boadilla del Camino, Itero de la Vega, Marcilla de Campos, Melgar de Yuso, Piña de Campos, Población de campos, Requena de Campos, Revenga de Campos, Santoyo, Tamara de Campos y Villovieco y seguíamos trabajando en ello añadiendo nuevos municipios, formamos al final un gigantesco árbol genealógico de 68.000 personas.
Lo teníamos colgado en nuestra Web, estaba teniendo un éxito importante de visitas, ya que si sabias el nombre y apellidos de un abuelo o bisabuelo, podías determinar si tu familia, descendía de la zona y podías obtener muy fácilmente tu árbol genealógico.
Curiosamente hasta el gran éxodo rural de los años 60-70 del siglo pasado las ramas de los arboles permanecían muy estables en la zona, esto se consolidaba a medida que añadíamos municipios al árbol. Pafije desde Valladolid y Molite desde Zaragoza, manteníamos una comunicación muy fluida, comentando los antepasados comunes que teníamos, se puede decir que éramos algo familia, al final todos descendemos de la pata del Cid…, y se estableció una buena sintonía entre nosotros, hasta el punto que decidieron venirse a vivir al pueblo, gracias a la interesante oferta de vivienda, ofrecida por el ayuntamiento a los jubilados.
Cuando llegaron se incorporaron rápidamente al grupito de amigos, unos veinte, que habíamos formado un equipo que nos pusimos como objetivo la idea de recuperar, digitalizar y poner en valor, toda la información que pudiéramos localizar sobre el municipio de Frómista, sus gentes, costumbres, economía, arquitectura y formas de vida, en un marco temporal de 500 años.
Nos habíamos dado el nombre de Frómista 5D, llegar a este nombre fue un proceso bastante natural, empezamos con el nombre Frómista 3D, ya que estábamos todo el día hablando de meter nuevos edificios en 3D en Google-Earth. 3D para arriba, 3D para abajo, hasta que nos dimos cuenta que muchos de los edificios eran de fechas muy anteriores, por tanto fue inevitable añadirle la dimensión tiempo y empezamos a hablar de 4D, pero como a la vez estábamos añadiendo nuevas capas de datos, sobre todo con información referente a las personas que vivían en el municipio y sus circunstancias, añadimos el apelativo 5D, de ahí no quisimos pasar y dejamos el nombre Frómista 5D como definitivo.
Con los sistemas informáticos actuales, podías desarrollar ideas que unos pocos años antes ni te planteabas por absurdas. El proyecto inicialmente había sido digitalizar los libros eclesiásticos, unos doscientos, para evitar su posible deterioro o traslado a otros archivos, esta idea se fue ampliando incorporando nuevas informaciones, hasta el objetivo final de crear un Frómista virtual e intemporal.
Nuestra pretensión era que pudiéramos acceder al sistema y tener una visualización lo más completa del municipio y sus gentes, por ejemplo introducir el año 1.784 y que nos apareciera el holograma del municipio en ese año, con una reconstrucción de todas sus casas, sus habitantes, sus animales, sus parcelas agrícolas y poder obtener cualquier información, si pinchabas en una de sus casas te decía quien vivía allí, cuál era su ocupación, el nombre de sus hijos, si tenían animales, que tierras cultivaban, etc. Podías obtener datos generales, como cuál era el PIB del municipio, estadísticas de población, impuestos pagados, graficas de tendencias, enfermedades, sequias, etc.
La información la empezamos a recopilar hacía más de veinte años, digitalizando todos los libros sacramentales, de cuentas, tazmías, matriculas, y cofradías. Se encontraban en la sacristía de una de las iglesias y que por azar del destino, no habían sufrido ninguna alteración, ni por guerras, incendios, vandalismo u otra catástrofe. En total digitalizamos casi 100.000 hojas. Lo más fácil fue realizar una base de datos con la información sacramental bautismos, casamientos y defunciones, fue con esta información con la que Pafije y Molite entraron en contacto con Frómista, el resto de la información fue más difícil. Aunque utilizamos sistemas de reconocimiento de caracteres y patrones muy sofisticados, una gran parte de la información la tuvimos que transcribir a mano, fue una labor titánica que nos llevó casi quince años a un buen número de personas. A esta información añadimos todos los libros que tenía el archivo municipal, aunque esta información solo se remontaba, hasta mediados del S XVIII.
Hubo muchas familias que voluntariamente, nos cedieron temporalmente sus archivos personales, fotos, antiguas escrituras, contratos que digitalizamos también. Diseñamos un robot de búsqueda y batimos todos los archivos nacionales y locales, a estas alturas podemos decir que más del 95% de toda la información de estos archivos históricos estaba digitalizada, también pudimos entrar en archivos históricos notariales y registrales, como en muchos casos de antiguas sentencias judiciales. Se obtuvieron datos del Archivo Histórico Nacional, tanto de la sección Nobleza para analizar los datos sobre el Marquesado de Frómista entre (1.341-1.879) como en otras secciones, se buscaron todos los Fromisteños que en otras épocas habían desempeñado algún papel importante y se recabo toda la información posible sobre ellos.
Tuvimos muchísimo éxito en esta tarea ya que la palabra clave de búsqueda era Frómista y sus palabras derivadas Frómesta, Floresta, que al ser una palabra bastante singular, ocurría que prácticamente todo lo que localizaba se refería a nuestro municipio. De todo este trabajo, se acumuló un archivo con 1.300.000 registros, que en un 69% teníamos trascrito a un lenguaje útil para el ordenador.
Este era el corazón de la información, el resto fue bastante más sencillo, ya que en el mercado existía software de dominio público, que con todos los datos obtenidos del archivo y técnicas de manejo de macrodatos (Big-data) era capaz de simular el municipio.
Hoy teníamos el pueblo digitalizado en 3D, todas sus calles, edificios y parques. Esto no fue idea nuestra, venía desde muy lejos, lo inicio Google hacía más de 30 años, al poner a disposición del público en general, la posibilidad de incorporar a su gran base de datos geográfica de que disponía google-Earth, la posibilidad de que cada persona, añadiera la digitalización 3D de sus edificios preferidos y con el desarrollo de nuevo software, se convirtió en una labor sumamente sencilla.
Hoy el mundo es digital, se había convertido en un inmenso SIG (sistema de información geográfica) donde capa tras capa de información, de conocimiento, también de humanidad, lo inundaba todo. Nosotros buscábamos ir un paso más lejos y utilizando esa base de información, habíamos ido cada vez más atrás en el tiempo, hasta el punto que nuestro municipio no solo era un SIG geográfico, sino atemporal. Basándonos en fotos antiguas, tirando de licencias de obras del archivo histórico municipal, de las bases de datos de registros y notarías, contratos y archivos privados, habíamos conseguido reconstruir como era el municipio hasta 500 años en el pasado. Donde no teníamos datos arquitectónicos de una casa que había sido derruida, la reconstruíamos con la estética y costumbres de la época.
Era espectacular ver alguno de los videos que teníamos, utilizando técnicas de cámara rápida (Time-lapse), podíamos ver la evolución del municipio de 500 años en tan solo 4 minutos de video. Pero no solo nos habíamos centrado en el aspecto estético y arquitectónico del municipio, sino que habíamos incorporado vida en cada una de las viviendas, gracias a la información que durante siglos se encuentra en los libros de cuentas, matriculas, diezmos. Todo esto lo podíamos disfrutar en nuestra famosa Web, que habíamos denominado Frómista 5D.
El campo y sus parcelas también estaban digitalizadas y como disponíamos de la información notarial y registral del pueblo desde 1.500, habíamos podido reconstruir las compras de tierras, uniones, herencias, concentraciones. Así que pudimos rehacer la historia de una parcela desde tiempos inmemoriales.