Proyección del futuro de la Agricultura en el 2.035




Otras experiencias agrícolas internacionales y como diseñar un robot hortelano

Category : Bienestar, Politica, Tecnología · by Jun 10th, 2017

 

Puedes activar música de fondo mientras lees. Mi selección de: Triana

 

En la reunión con Rucila, entre una cosa y otra nos habían dado las 4:30, era el tercer día que nos quedábamos sin comer, eso sí, bien almorzados, así que la cena la organizamos prontito. Hoy había invitado a cenar a Pafije[1] y a Rucila, o quizá fue Pafije el que nos invitó a nosotros, el caso es que fue el, el que trajo el pollo, las verduras y además lo cocino todo. Cuando llegamos a casa, nos contó que llevaba casi tres horas en el asunto, aunque era ingeniero, no veía con buenos ojos que un fadin, metiera sus brillantes extremidades de acero inoxidable en un pollo de este nivel. Con un buen sofrito de verduras recién cogidas de nuestro propio huerto, unas setas que habíamos recolectado hacia unos días y varias horas de cazuela a fuego lento, el éxito estaba más que garantizado.

[1] Pafije: Jubilado, 81 años, procedente de Valladolid. Ingeniero electrónico, trabajo durante más de 40 años en robótica para la industria automovilística, se trasladó a vivir a Frómista y actualmente tiene como afición reprogramar un robot de propósito general como robot granjero.

Ecologista hortelano

Modelo de Hortelano Ecológico

Producíamos unas verduras “mega-ecológicas”, y no porque pensáramos, que producir verduras con aportación de fertilizantes o fitosanitarios fuese algo horrible, ni que para nosotros fuese un dogma inquebrantable, nada de eso. En este año de 2.035 esos productos estaban tan probados y habían pasado tantos filtros, que me atrevería a decir, que te podrías tomar un chupito de herbicida y no te pasaba nada. Lo hacíamos principalmente por diversión y economía. Además, nos hacía mucha gracia esos libros, que se publicaron en la primera década de este siglo, en los que se mostraba, una portada con un hortelano ecológico con su sombrero de paja, su peto azul, su camisa de cuadros, sus botas impecables y una enorme sonrisa de oreja a oreja.

Ese tipo de clichés y de estereotipos ecologistas, nos sacaban de quicio, cuando la labor de un hortelano, era una de las más duras y sacrificadas, pisar barro cuando regabas, aguantar en verano a pleno sol, cultivar la tierra en inviernos heladores, en fin, la imagen queda definida con el refrán “…Si quieres ver a tu marido muerto, ponle un huerto…”, definitivo.

 

La ecología como ciencia, según la Real Academia, es “la ciencia que estudia los seres vivos como habitantes de un medio, y las relaciones que mantienen entre sí y con el propio medio”. Por tanto desde la perspectiva científica nadie puede llamarse a sí mismo ecologista, de la misma manera que yo no me puedo considerar un “fisiquista”, sino simplemente un físico o un ecólogo. El ecologismo es por tanto un movimiento sociopolítico.

Frente a un ecologismo ingenuo, optimista y poco realista, James Lovelock famoso por su hipótesis de Gaia, y gran gurú de los ecologistas durante más de medio siglo. Pide una gran transformación ecológica, con un sentido riguroso y haciendo uso de los avances tecnológicos:

“…. Sin duda no contribuiría a nuestra alegría de vivir. El viaje propuesto nos lleva, embarcados en la antropotécnia a: alimentos sintéticos, fusión nuclear, etc. Está en las antípodas de esa ecología social, la tan traída y llevada “sostenibilidad” que, sin perjuicios, pretende restaurar la armonía del hombre y la naturaleza: apuesta por la buena vida. Es la figura del buen jardinero que conoce y respeta los ritmos de la naturaleza y el cosmos. Un ecologismo en nuestro propio beneficio, comer sano por nuestro propio bien, no por el bien de la naturaleza o generaciones futuras. La buena vida parece que necesita imponerse cuando los efectos sobre la salud, traídos por la eugenesia, biotecnología y antropotecnología, hacen estragos. ¿Mientras abrazamos esa ecología indiferente hacia los intereses humanos?…”.

 

Oponerse frontalmente a los avances científicos (transgénicos, energía nuclear, fitosanitarios, ondas electromagnéticas, medicina científica), apelando al principio de precaución, muy utilizado por grupos ecologistas, se ha convertido en un movimiento de tipo negacionista, pseudocientífico[2], neo-religioso y seguidor de la corrección política defendida por ciertos medios de comunicación. La falacia naturalista pretende identificar o reducir, lo bueno a lo que es natural y consecuentemente, lo que es artificial sería malo o incorrecto.

[2] La pseudociencia, puede ser definida, según el pensador Michael A. Gardell-Cutter, como la promoción de ideas pretendidamente científicas pero que son insustanciales, basadas en premisas incorrectas o vagas y que no siguen una lógica proporción con la materia observada.

El debate sobre el medio ambiente debe realizarse con el mayor rigor y objetividad posible, respetando al máximo el método científico, utilizando un razonamiento crítico, objetivo y preciso. Un buen ejemplo de ese debate, según mi criterio, está en el libro “El ecologista escéptico” de Bjørn Lomborg

 

Nos reunimos en la mesa los cuatro y Rucila nos contó, que había trabajado en Argentina. Fue allí donde se iniciaron empresas agrícolas, muy tecnificadas, con extensiones superiores a las 30.000 Ha y con un alto grado de sofisticación en la maquinaria. De hecho esa experiencia, fue la que marcó la diferencia a la hora de contratarla. Era una gaditana muy simpática y formaba parte de la generación que sufrió, el cambio de modelo educativo, pasando de analógico a digital. Ella todavía se había formado en una universidad tradicional, pero realizo numerosos créditos en modo virtual.

Provincia de rio negro

Mapa de la provincia de «Rio Negro» (Argentina)

Nos contó su experiencia en la provincia de Rio Negro (Argentina), que tenía una población de 700.000 habitantes, repartidos en 77 municipios y una extensión total de 20 millones de hectáreas, más del doble de territorio que toda Castilla y León, con menos de un tercio de población y nada que ver su distribución municipal, comparada con los 2.450 municipios de Castilla. Otra de las analogías es que ambas regiones estaban en el paralelo 41, eso sí una en el norte y la otra en el sur. Su climatología en muchas de sus zonas era muy similar a la nuestra, pluviometría baja (< 450 L/m2) y saltos extremos de temperatura.

Lo que la diferenciaba realmente era la distribución de su red fluvial, con el rio negro (caudal de 1.014 m3/s) como su mayor rio y rio colorado (caudal de 150 m3/s) en el norte haciendo frontera con la provincia de La Pampa La franja de terreno entre los dos ríos, añadida la franja sur de rio negro, tenía una altitud máxima de 200 m y terminaba en cero a nivel del mal, formando una zona con más de 6 millones de hectáreas potencialmente de regadío. Comparado esto con los 800 m de altitud de la meseta Castellana y un 90% de secano, confería a su agricultura unas posibilidades inmensas. Disponían de su famoso yacimiento de gas de esquisto de Vaca Muerta La despoblación y baja intensidad en agricultura en casi todo su territorio, era su principal atractivo. Estaba todo por hacer.

 

Según nos cantaba Rucila, fue relativamente sencillo, iniciar esta gran transformación agrícola, además de por las peculiaridades de la zona que hemos expuesto anteriormente, gracias a su administración local, que junto con grandes multinacionales, planificaron la puesta en marcha de un regadío, inicialmente de 300.000 hectáreas, primero en una franja próxima al rio, para ir alejándose de él, con grandes canales de riego. Aspiraban a que en pocas décadas, tendrían 1,6 millones de hectáreas en pleno regadío mecanizado, que contrastaba abiertamente con las 400.000 hectáreas de regadío de Castilla y León. El esquema era el mismo, parcelas de más de 100 Ha, con un pívot como sistema de riego, con un alto grado de automatización de todas las labores agrarias.

La gran diferencia de la experiencia de Rio Negro con respecto a nuestro proyecto, fue que se concentraron en la producción agrícola, mecanizando y robotizando grandes parcelas de regadío, influenciado por los intereses de las grandes multinacionales, pero sin dar valor añadido a esa producción. En su caso se trataba de exportar lo producido, y en nuestro caso, tratamos de darle un alto valor añadido.

 

Tirili procede de una zona rural como yo, en el fondo, sus costumbres, tradiciones y usos debían ser muy parecidos a los nuestros, y nos pasamos una buena parte de la velada comentando las diferencias entre las dos zonas. Al final encontramos sustanciales diferencias, causadas principalmente por diferencias climáticas, geográficas, disponibilidad de materiales y variedad de flora o fauna local.

Esta conversación surgió por las excesivas alabanzas que profirió a nuestro pollo de corral guisado, que sin ánimo de vanagloria, nos salió riquísimo. Le explique que la razón principal, era el tempo de las diferentes acciones y sobre todo por los materiales utilizados.

Empezando por el excelente aceite de oliva virgen extra, que me lo traían de una cooperativa olivarera del sur, de las patatas y verduras que las cultivaba a medias con dos vecinos y a pesar de eso amigos, Molite y Pafije. Utilizábamos una variedad de patata no muy comercial, pero muy bien adaptada a la zona, que daba un frito que quitaba el hipo y sobre todo por el pollo. Aquí fue donde desplegué todo un mitin, de la vida tradicional de un pueblo como Frómista. Aunque desgraciadamente este tipo de vida se había perdido, en lo que yo llamo “la edad oscura de los pueblos” que va desde 1.970 hasta 2.020 y que gracias a Dios, en parte se estaba recuperando.

Puerta Trasea

Trasera de Corral con tapias de Adobe

Le explique, que todas las casas labriegas de antes, disponían de un corral con tapias de adobe, donde se encuentran las dependencias agrícolas: cuadra, tenada, pocilga, gallinero (situado sobre el horno de cocer el pan), pajar (con su bocarón) y panera. En el corral se entra por unas grandes puertas, de dos hojas, denominadas traseras con su tejado, bajo el cual se encuentra el cuartocarro, donde se guardaba el carro como parece evidente, actualmente guardamos los manojos de sarmientos de vid. En el corral se formaba la moledera, amontonando el estiércol que generaban los diferentes animales que hubiera en la casa, además donde se vertían toda la basura orgánica que producían los habitantes de la casa. En alguna casa tenían una bodega, escavada a mano en la dura arcilla, o una pequeña fresquera.

En un viejo solar del pueblo, mis vecinos y yo hemos montado un corral, con su moledera, sus pollos y gallinas correteando, un par de cerdos y tres gansos, un caballo (de un sobrino de Molite), conejos, y nuestro pequeño huerto y todo este imperio, lo teníamos sin pegar un palo al agua ninguno de los tres. Para conseguirlo, hemos adquirido y reprogramado un robot araña de tipo estándar, que hacia todos los trabajos.

No se lo digáis a nadie, porque como vengan los de sanidad, además de la monstruosa multa, es posible que nos metan en la cárcel, por violar más de 70 normas sobre sanidad y un mal entendido bienestar animal. Cada uno tenemos la costumbre, de traer toda la basura orgánica que generamos en casa, prácticamente lo hacemos de madrugada y mirando en cada esquina. Todo vale la pena, ya que cuando llegamos al corral y movemos violentamente la bolsa, los pollos, al oír ese ruidillo, se ponen como locos, ni nos miran, van todos como flechas a la moledera donde solemos tirar la basura. Un festín de gourmet para ellos, me los estoy imaginando con el pico echo agua, al pensar en esas mondaduras de patata, esa miga de pan untada con la última salsa del plato, y luego dicen que los pollos son como tontos.

 

Pafije fue un gran ingeniero y sobre todo un “manitas”, trabajo muchos años en automatización en la industria automovilística. Un día decidimos comprar un robot generalista tipo araña de tamaño medio. Media de envergadura 1,20 m y 0,60 m de alto, era muy robusto y aunque no tenía una programación específica para lo que queríamos, que no era otra cosa, que vigilar y trabajar en nuestro corral. Estos chinos son la monda, no han tenido consideración en diseñar algo para control de corrales de pueblo, son unos desconsiderados. Decidimos adaptarlo y reprogramarlo para nuestro interés específico.

Robot tipo araña

Modelo Robot cuidando animales de granja

 

Como estos equipos son de hardware y software abierto, decidimos trabajar en ello y nos pusimos manos a la obra. Yo desempolve mis conocimientos de Fortran, la verdad es que lo único que conseguí con ello, fue llenarme de polvo, pero me sirvió de estímulo. Me lo plantee como un reto y después de bastante esfuerzo y trabajo, me hice con el lenguaje de programación. Una vez que entiendes cuatro conceptos, las herramientas que hay te hacen el trabajo muy sencillo, ayudo bastante la base que tenía, no en vano “…lo que se aprende con babas, no se olvida con canas…”.

 

Lo primero que programamos fue una operación sencilla, consistía en que el robot se dedicara a perseguir a los pollos, era cómico verlo. Cuando detectaba que un pollo se quedaba quieto, el robot iba hacia él y el pollo salía disparado, y así todo el rato, persiguiéndose en círculo por todo el corral. Al final era tal el caos, que ya no sabías quien perseguía a quien, hasta el gato entraba en el juego de vez en cuando.

Gallina Castellana

Gallina Castellana

Al robot le llamamos Paf, ya que había cogido los mismos tic que nuestro amigo, o eso nos parecía, y cuando se movía se nos representaba a nuestro amigo Pafije. Esta programación fue un acierto ya que el pollo musculaba perfectamente y añadido a la alimentación y a la genética, habíamos conseguido el pollo perfecto. Teníamos la Castellana negra, que es una raza originaria de la región Castellano Leonesa, se trata de la raza española de gallinas por excelencia y tiene un rancio linaje, ya que, no se conoce que haya tenido influencia extranjera alguna. El sabor de los pollos y huevos no tenía nada que ver con lo comprabas por Internet.

 

La programación de Paf, no solo incluía el perseguir a los pollos, también vigilaba lo que comían. Si les faltaba alimento, lo complementaba con un poco de pienso. Si detectaba algún cambio, bien en la temperatura corporal, en el color y brillo del plumaje o en los movimientos del pollo. Podía determinar si tenían algún principio de enfermedad y actuaba en consecuencia. Si lo consideraba, avisaba al veterinario y mantenía una videoconferencia con él, hasta determinar el problema. Lo cierto es que era una perfecta niñera de pollos, dedicada 24 horas a su atención. Otra de sus importantes misiones era evitar que pequeños depredadores de “dos o cuatro patas”, hicieran su particular festín a costa de nuestros pollos.

Paf se cargaba al Sol y en ciertos momentos del día, huía de las zonas sombrías, eso lo aprovechaban los pollos para holgazanear, si a pesar de ello no tenía carga suficiente, se cargaba inalámbricamente de unas placas fotovoltaicas que teníamos en el tejado, lo mismo que hacía con los pollos, hacía con los conejos y los cerdos, del pequeño palomar no se encargaba, no era necesario, os recuerdo el refrán “…si quieres vivir sin trabajar, ten ovejas, abejas y palomar…”.

 

Recuerdo que con 20 o 21 años, nos fuimos un grupo de amigos a celebrar el primer año de la pre Comunidad de Castilla y León a la campa de Villalar, creo que en el año 1.977. Después de revolotear un rato por allí, vimos entre varios puestos a uno que vendía pan, era el panadero del pueblo, que con mucha astucia, puso ese puesto para hacer su particular agosto, en pleno abril. No había vendido mucho, y como nos cayó muy simpático, se nos ocurrió hacerle una pancarta que ponía; “40 años de Franquismo, no han podido con el pan de pueblo. ¡¡¡COMA PAN DE PUEBLO!!!”, en aquella época había que ser muy reivindicativo, por la edad y el momento más que nada.

Se lo colocamos al paisano, que le gustó la idea, al rato volvimos y tenía cola, fue un verdadero éxito de márquetin. El hombre agradecido nos regaló un buen pan, del que dimos cuenta adecuadamente, con una latilla de migas de atún que compramos. Os cuento esto a colación de que me gustaría volver a colocar una pancarta, en nuestro corral, que diga “100 años de tecnología, no han podido con el pollo de corral. ¡¡¡COMA POLLO DE CORRAL!!!”. Teníais que ver la cara que ponía el pobre Tirili cuando le contaba estas anécdotas, pero es que cuando me da, no tengo freno.

 

Pala Fanguera

Cavando un huerto a pala

Durante la cena, le contamos a Tirili, casi todas las habilidades de nuestro metálico amigo Paf y como poco a poco le habíamos ido adaptando a nuestras necesidades. Nos bajamos al sótano, que es donde teníamos nuestro pequeño taller y le mostramos las herramientas que habíamos diseñado. Como queríamos recrear todas las labores que se habían hecho toda la vida en un huerto, le mostramos una pala de cavar o fanguera. Con ella a principios de invierno Paf se cavaba a pala todo el huerto, casi 800 m2, no era ninguna broma, lo hacía principalmente por la noche, así durante el día atendía a los animales. Esa era una de las cualidades más atractivas de un robot, que podía trabajar 24 horas al día, si se diseñaba con la suficiente versatilidad.

Dejábamos todo el invierno el huerto bien cavado para que la helada deshiciera el terreno. Le diseñamos también un cilindro, que se clavaba en la moledera, en la parte que estaba más cocida, desmenuzaba el estiércol, haciendo girar unas aletas que tenía en el interior y luego lo extendía sobre el terreno y así con el resto de herramientas. Todas ellas las diseñaba Pafije y las construíamos con una impresora 3D y polímeros de última generación, que además de tener una enorme resistencia al desgaste, eran perfectamente reutilizables, así cuando estas presentaban algún síntoma de fatiga, las fundíamos y las volvíamos a imprimir, circuito cerrado, OK.

Como pretendíamos que todo fuera muy natural, dedicábamos a Paf durante la primavera y el verano, el tiempo que no estaba persiguiendo a los pollos, a recorrer el huerto matando bichitos y quitando malas hierbas una a una. Menos mal que, todavía, no había sindicatos de robot, le teníamos “abrasao” al pobre Paf, todo el día y toda la noche currando.

Era una delicia verle aproximarse a una planta de pimientos, si detectaba a un malvado gusano comedor de hojas, su primera reacción era, la de hacer la muestra, como si del mejor Pointer se tratara, acto seguido después de calcular las posibles trayectorias de escape del gusano, ese fue un algoritmo que diseñe yo, basándome en un artículo de tácticas de guerrillas, que había leído de los Navy Seals. Sacaba sus deditos del más duro y pulido titanio y lo aplasta, tenemos pendiente el programarle una sonrisita de satisfacción.

 

Robot hortelano

Modelo de un Robot Hortelano

Pafije comentaba que la IAP que le habíamos instalado, tendría la inteligencia de unas diez veces la de una araña, y de la misma manera que la araña realizaba sus funciones, a través del instinto que tenía grabado en su código genético, muestro Paf cumplía sus funciones, con unas rutinas grabadas en su memoria. Pero a diferencia de su versión biológica, le podíamos hacer del tamaño que nos interesaba, podíamos alargar su ciclo vital tanto como deseáramos, sin más que llevar un mantenimiento adecuado y le podíamos hacer evolucionar a nuestra voluntad, añadiéndole nuevas funciones, ¿Quién ha dicho que Dios no existe?

También se encargaba de recoger la cosecha en su estado justo de maduración, esto nos costó bastante, de hecho no lo teníamos suficientemente afinado, ya que utilizábamos variables como color, forma, y tamaño, estábamos pensando en añadirle unos nuevos sensores, que estaban apareciendo en el mercado para medir el olor, pero todavía eran excesivamente caros.

 

Habíamos tenido tanto éxito con nuestro juguetito, que prácticamente a todo el mundo al que se lo enseñábamos, le interesaba tener uno, aquellos que se consideraban un poco manitas, les enviamos los ficheros con las instrucciones de diseño para la impresora 3D y las rutinas de software para que funcionara todo. No teníamos ningún interés económico en todo esto, de hecho habíamos creado un pequeño grupo en la red, con gente de varios países y cada uno compartíamos nuestros diseños y comentábamos las experiencias, era software y hardware libre.

El nombre del blog le iniciamos nosotros y le pusimos de nombre “Robohuerto”, aunque los ingleses se empeñaban en llamarlo “Chardrobot”, no me digáis porque, mira que son raros estos Ingleses…

 

 

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