Decido pasar el día en mi antiguo oficio de agricultor y me dirigí dando un paseo, hasta las instalaciones que tiene la empresa de servicios a las afueras del pueblo, era un apacible y típico día de Mayo del año 2.035. En la sala de control de vehículos auto-guiados, me encuentro con el técnico de guardia, es el mismo que se encargó de realizar el seguimiento del tracmata que yo había manejado. Tenía en pantalla dos vehículos.
En la sala de control, normalmente suele haber una o dos personas, que vigilan las diferentes tareas, es simplemente un seguimiento visual. Cada operario controla, hasta un máximo de cinco vehículos, las consolas de control y monitorización son de un grado de sofisticación, que no tienen nada que envidiar a las de cualquier antigua central nuclear, es más, me atrevo a decir, que son más complejas, al final una central nuclear, era sota, caballo y rey.
Cuando el operario se centra en un vehículo, tiene delante suyo, la camada de terreno sobre la que está trabajando, de la misma forma que si el estuviera sentado en la cabina, pero con todas las prestaciones que nos ofrece la realidad aumentada, alimentada por todos los sensores que despliega el tracmata. En la parte baja de la imagen, ve el terreno tal y como va quedando después del trabajo realizado por el apero. En los laterales, aparece una colección de datos informándonos de todos los detalles, a la derecha datos técnicos del vehículo y su apero (velocidad, baterías, consumos, desgastes, etc.) y a la izquierda, un panel informativo, con datos de la labor realizada (humedad del suelo, temperatura, profundidad de labor, producciones, etc.), datos que se complementan con los suministrados por los drones que incorpora el tracmata y que realizan vuelos programados cada cierto tiempo.
Evidentemente, si el vehículo se encuentra con una dificultad no programada, entra el técnico a intentar solucionar el problema, acoplándose a los mandos y al control del vehículo y tomando las decisiones oportunas. Si el asunto es más grave y de una avería se trata, el técnico realiza remotamente los test necesarios, hasta que detecta el tipo de avería, se lo comunica al mecánico, que se desplaza al lugar con el equipamiento adecuado y repara la avería.
El técnico me comentaba, que aunque le apasionaba el pueblo, había decidido seguir en Valladolid, donde había estudiado, sacrificando la posibilidad de ser agricultor. No veía futuro a su explotación familiar, ni tampoco estaba dispuesto a renunciar a su estilo de vida en la ciudad.
No le faltaba razón, su padre y antes su abuelo, habían conseguido con mucho esfuerzo y sacrificio, juntar una pequeña explotación agrícola con 95 Hectáreas en propiedad y otras 42 en renta. Él era hijo único y lo heredaría todo, lo cual era una ventaja, pero no era suficiente, ya que el beneficio económico por hectárea, había ido reduciéndose paulatinamente en los últimos años y las nuevas tecnologías, que se acercaban a la agricultura, implicaban una inversión muy elevada, que no podía ser abordada con esa superficie.
Se repetía la historia, paso lo mismo a finales de la década de los 50-60 del siglo pasado, aquellas agriculturas que tenían un solo par de mulas (que eran la mayoría) labraban de 20 a 25 Ha, no tenían la superficie suficiente para justificar la adquisición de un tractor y sus aperos, ni tampoco tenían los recursos económicos para ello.
Así que ocurrió lo inevitable, el medio rural se despobló, el proceso fue natural, antes o después, estos pequeños propietarios, no tuvieron más remedio que ir abandonando sus explotaciones y emigrar a la ciudad. Donde se les presentaba un futuro, al menos sobre el papel, lleno de oportunidades. Alguno de ellos vendieron, otros dejaron sus tierras en arrendamiento o en aparcería. Este fue el camino por el que se fueron concentrando las explotaciones y gracias a ello se pudieron mecanizar, llegando a las explotaciones que quedaron a finales del siglo XX.
Actualmente estamos viviendo un cambio de proporciones superiores y la actual revolución agrícola, va a suponer un nuevo escalón en la evolución de la agricultura, que nos traerá una nueva disminución drástica de los trabajadores en el campo. Con una sustancial diferencia, las ciudades, ya no son un lugar lleno de oportunidades, sino más bien todo lo contrario, son muy caras para vivir razonablemente bien en ellas y el trabajo escasea.
Hasta que un día su padre le comento el proyecto que se estaba poniendo en marcha. Le conto por encima las grandes líneas de actuación, concentración de la propiedad, concentración parcelaria, concentración de maquinaria, concentración de la ganadería, e industrias auxiliares de valor añadido. Me decía entre risitas, que en ese momento sintió ese cosquilleo, como una revelación y se dijo a sí mismo, este trabajo es para mí.
Estaba tan convencido, que me empezó a enseñar una hoja de cálculo, que había recopilado últimamente y me decía, que la creación de esta empresa de servicios, donde él trabajaba, había sido uno de los pilares en los que se basó el éxito del proyecto. Me comentaba que, si analizamos los datos de hace 20 años, entre el (2.013 y 2.015), que podemos obtener del Instituto Nacional de Estadística (I.N.E.), en los que podemos obtener datos del tipo, superficie arable por provincias, maquinaria agrícola por provincias, propietarios o número de explotaciones, y centrándonos en la provincia de Palencia, ver tabla adjunta:
Concluimos, que en cada explotación de media había 1,8 tractores, o lo que es lo mismo, un tractor por cada 33,0 Ha, tractores que en muchos casos eran viejos, consumían mucho o no estaban adaptados para los aperos modernos. Esto era consecuencia directa, que en esa época en Palencia, la explotación agraria media no tenía más de 58,9 Ha. Era la pescadilla que se muerde la cola, la explotación es pequeña y no puedes tener la maquinaria adecuada o no puedes tener la maquinaria, porque la explotación es pequeña.
Mientras hablaba con el técnico, apareció Dasoli[1], era el gerente y responsable de todos los equipos de la empresa de servicios. Dasoli me propuso ver como se preparaba la sembradora de remolacha. La verdad es que hacía más de cinco años, que no me planteaba ver sembrar una parcela de remolacha. No había visto en funcionamiento la nueva sembradora universal auto-propulsada, auto-guiada, auto-mantenimiento, auto-programada, podría seguir poniéndole algún auto más…
[1] Dasoli: En activo, 59 años. Antiguo agricultor e Ingeniero superior agrícola, gerente de la sociedad Servicios Agrícolas Especializados, S.A., Colabora en la optimización de procesos, tareas y recursos del grupo agrícola.
Esta sembradora, como el resto de máquinas en agricultura de precisión y alto rendimiento, poco o nada tenían que ver con sus modelos anteriores. Nos dirigimos a la nave de vehículos, la misma que había visitado a primera hora de aquella mañana desde mi casa, la sensación era un poco más espectacular que verla en holograma, era grande, inmaculada, ¡si es que hasta olía bien! Hacia el centro estaba la sembradora, yo la reconocí al instante, pero estoy seguro, que el agricultor más avanzado, si hubiese estado en coma los últimos treinta años y le traemos aquí, bajo ningún concepto nos hubiese aceptado que “esa cosa” era una sembradora.
Su aspecto general estando desplegada, era la de una tolva, relativamente estrecha y bastante alargada, ocupaba desde el inicio de la maquina hasta el final, con una capacidad total de 16 m3. Recordar que como en el tracmata, la sembradora no tenía cabina, ni motor de combustión, ni transmisión, ni caja de cambios, prácticamente todo el espacio lo ocupaba la tolva, estaba dividida en dos compartimentos: Uno para la semilla y otro para el fertilizante, y de una forma mecanizada podíamos cambiar la capacidad de cada uno de ellos.
Tanto el eje delantero como el trasero eran de motorización eléctrica, la batería como en el resto de vehículos eléctricos, estaba incorporada en el chasis, aprovechando cualquier hueco disponible. Normalmente su capacidad rondaban entre las 8 y 10 horas de trabajo y tenía la posibilidad de realizar recargas inalámbricas por microondas, o bien enganchándose en alguno de los puntos de recarga física que teníamos en las casetas de riego. La carga total no duraba más de 15 minutos.
El sistema de control, estaba basado en un ordenador, con una capacidad de procesamiento de 0,68 x 1015 IPS, 100 millones de veces más potente que toda la informática que utilizo la NASA[2] para llevar un hombre a la Luna (incluyendo el ordenador de la nave y los mainframes de tierra). Solo cuando haces este tipo de comparaciones eres capaz de intuir el gigantesco salto que ha dado la informática. Esta potencia de cálculo, estaba en el límite de lo que se consideraba una IAP (Inteligencia Artificial Parcial), estaba ubicado cerca del eje trasero, en la parte derecha de la máquina, en la misma posición, pero en el lado izquierdo, estaba el compartimento del dron, que era comandado por la propia máquina. Al sistema de control llegaban los cientos de sensores y actuadores repartidos por toda la máquina y que representaban el verdadero sistema nervioso de la sembradora.
[2] Apollo Guidance Computer, (AGC) fue el computador que incorporaba la nave en las misiones Apolo. El equipo tenía 2.048 Bytes de memoria RAM y 36.864 Bytes de memoria ROM. La longitud de los Bytes era de 16 bits y trabajaba a 0,043 MHz., su velocidad de proceso era de 0,1 x 104 IPS. En la Tierra la NASA trabajó con cinco enormes mainframes de IBM «360 Model 75», para las comunicaciones con la nave y los cálculos requeridos para lanzar al módulo lunar fuera de la superficie de la Luna y enviarlo de regreso a la Tierra, su velocidad de proceso era de 1,5 x 106 IPS.
Los trenes de siembra se plegaban en el centro de la máquina y estaban compuestos por tres líneas, dos centrales y una trasera, con ellos se podían conseguir casi cualquier separación entre surcos, tiene dosificación variable de semilla y fertilizante, y están guiadas por GPS. El ancho de trabajo es de 8 metros y la velocidad media está entre los 8-10 Km/Hr, con ella podíamos sembrar hasta 8 Ha/Hr.
El dron tenía como su principal misión, comprobar que la siembra se estaba realizando adecuadamente. Para ello cada cierto tiempo realizaba un vuelo, desde la sembradora a una zona aleatoria de la parte sembrada, se posaba en el terreno y a través de una cámara especial comprobaba la densidad de siembra por metro cuadrado, profundidad a la que estaba la semilla, humedad del terreno. Estos datos se los comunicaba por wifi a la sembradora que actuaba en consecuencia.
Con esta misma maquina se había sembrado, una parcela de cebada tardía hacía 15 días. Con las últimas variedades, tanto en trigo como en cebada, estábamos sembrando con una densidad próxima a los 100 granos/m2. Casi me da vergüenza recordar, que en mi época sembrábamos con casi 600 granos/m2, o como diríamos entonces con 220 Kg/Ha. Con estas densidades de siembra, la semilla de 100 Ha ocupa apenas 5 m3.
Antes no teníamos en cuenta las características técnicas de las semillas a sembrar, tales como: energía y poder germinativo, peso de 1.000 granos, porte, habito de crecimiento, capacidad de macollar, etc. La nueva genética en variedades estaba enfocada a sembrar, cada vez menos semillas por unidad de superficie. Las sembradoras de precisión, permitían ahorrar semilla, ya que dosificaban a la distancia adecuada y es menor el número de granos que se pierden por caer demasiado profundos. Una siembra temprana necesitará menos semilla que una tardía, ya que en la primera se favorece el ahijamiento. Finalmente, un terreno bien preparado necesitará también menos semilla que otro mal preparado.
En remolacha la situación no había cambiado tanto, ahora dosificábamos a 9-10 granos/m2, frente a los 10-11 granos/m2 de hace veinte años. En nuestro caso sembramos una parcela de 108 Ha, y cargamos la maquina con 10.000.000 de píldoras, que cabían perfectamente en la tolva, ocupando tan solo 0,6 m3, el resto de la tolva lo ocupaba el fertilizante, que añadíamos para favorecer los primeros estadios del crecimiento de la planta.
Era costumbre muy general, que el abonado de fondo, se incorporara en el momento de la siembra y a través de las maquinas sembradoras, como era nuestro caso. El abonado era una de las técnicas sobre las que se prestaba más atención, debido a que representaba, un coste importante de la campaña y de él dependía la producción final. Se aplicaban abonos muy específicos, que habían ido apareciendo en los últimos años. Al margen de lo anterior, teníamos un histórico de análisis de suelo de cada parcela, que formaba parte del SIG al que ya hemos hecho referencia. Cada año se realizaban nuevos análisis, ya que además de incorporar, la paja picada de la cosecha anterior tratada generalmente con urea, se realizaba a ciertas parcelas y dependiendo de un plan temporal perfectamente establecido, el abono orgánico compostado que producía la ganadería de ovino que el grupo tenía.
El operario que trabajaba con ella en este momento, tenía como misión hacer una buena limpieza, para evitar que quedara semilla de cebada, hacer el mantenimiento preventivo que recomendaba el sistema y cargar la semilla y el fertilizante, el resto de parámetros se regulaban desde el ordenador de control.
La campaña de siembra de esta máquina, se extendía durante ocho meses, dado que sus prestaciones técnicas, le permitían trabajar con cualquier tipo de semilla, un amplio rango de distancias entre surcos y casi cualquier densidad de plantas por hectárea. Empezaba a mediados de septiembre con la colza, seguían las vezas, los cereales de otoño, la cebada de primavera, en marzo le tocaba el turno a la remolacha, seguida de soja, girasol y terminando a mediados de mayo con el maíz.
Trabajando siempre que el tempero de la tierra lo permitía, durante 24 horas al día y a una capacidad de 8 Ha/Hr, se podría sembrar con ella cerca de las 20.000 Ha/año. Sin embargo teníamos otras dos sembradoras arrastradas, modelos antiguos, con el objeto de evitar picos de trabajo, épocas de lluvias prolongadas, o roturas graves imprevistas. Este fue un modelo que seguimos con todo este tipo de máquinas de gran rendimiento, tener prácticamente duplicada su capacidad.
No me canso de maravillarme, como hace 30 años en una extensión agrícola de 20.000 hectáreas, podrías encontrarte con más de 200 máquinas sembradoras de todo tipo, junto con otras tantas máquinas de abonado (suspendidas o arrastradas). Ahora, prácticamente con una sola maquina auto-guiada y bien planificada, se podía hacer el mismo trabajo y con más precisión. El ahorro que esto suponía, tanto en amortización, personal, combustible, mantenimiento y reparaciones, era una de las claves, de poder mantener una buena rentabilidad económica por hectárea, que sin duda era uno de los mayores éxitos del proyecto.
Después de unos minutos agotadores, explicándome todos estos detalles. Dasoli, buen conocedor de la gente de la tierra, me sugirió tomar un vinito, en un bar que había cerca de la nave, y que si había algo suelto por la barra, que a lo mejor podíamos almorzar, y como dicen los médicos, que es mejor comer cinco veces que tres, y como soy muy obediente, no tuve más remedio que aceptar. Por el camino, le comente mi conversación con el técnico y seguimos hablando de la situación que nos había llevado hasta este momento.
Tanto Dasoli como yo, éramos buenos conocedores de la gran crisis de la agricultura, que se produjo a partir de 2.017, la sufrimos en carnes propias. Dasoli era ingeniero agrícola de la vieja escuela y había sido un buen agricultor de la zona y uno de los más entusiastas, desde el principio en la viabilidad del proyecto e igual que yo, había incorporado todas sus fincas a la sociedad. Concluíamos que habíamos realizado, un gran recorrido en todo el esquema agrícola que se estaba implantando, controlando prácticamente todos los factores claves de la nueva agricultura, así como cerrando el ciclo en los insumos más destacados, y quizá el único punto que escapaba parcialmente a nuestro control, eran las semillas y los tratamientos químicos.
Las semillas se han convertido en el nudo gordiano de la nueva agricultura SVA[3], y representan el vehículo último de las mejoras genéticas en agricultura, pasando el resto de insumos tales como fertilizantes, energía, tratamientos o la propia maquinaria, en meras herramientas perfectamente controlables.
[3] Agricultura SVA: Agricultura de Suficiencia y Valor Añadido, (agricultura de ciclo cerrado) término que se popularizo en 2.030, y trata de identificar una agricultura que incluye además de los clásicos objetivos, actividades nuevas como la producción de energía renovable, el tratamiento de Residuos Sólidos Urbanos, participación en industrias transformadoras de sus productos, ganadería, etc.
En los consumos energéticos, el balance neto de la agricultura actual, es claramente positivo, ya que al final vendemos energía y es uno de nuestros input más importantes. Somos prácticamente autosuficientes en fertilizantes, desde la implantación de los equipos fijadores de Nitrógeno atmosférico, pasando por los diferentes tratamientos de la biomasa residual, o la utilización de compost de origen ganadero. La optimización del uso de la maquinaria y la mano de obra, o la disminución en el uso de tratamientos, gracias a la implantación de semillas transgénicas.
La evolución que ha sufrido el desarrollo de las nuevas semillas, se ha caracterizado principalmente. Por mejorar la absorción de agua y nutrientes, de una forma mucho más eficiente, que las semillas tradicionales. Se ha favorecido los diferentes factores de crecimiento y por último. Se caracterizan por una infinidad de resistencias a ataques externos y a la prevención de enfermedades. Con ello se consiguen unas producciones más elevadas utilizando menos recursos.
Sin lugar a dudas los importantes cambios conceptuales que estamos viviendo, en especial en agricultura, han derivado de la adaptación de la tecnología punta y los importantes esfuerzos en investigación básica que se han realizado en todo el mundo.
Aquellas universidades que intentaron resistirse a su desaparición, debido a la drástica disminución de alumnos presenciales, como consecuencia del nuevo sistema educativo digital, habían tenido que reciclarse. Este cambio fue un revulsivo para las universidades, ya que se vieron obligadas a incrementar su actividad en I+D+I, y sobre todo a colaborar con las empresas de su entorno o de su especialidad.
Así en el caso que nos ocupa, las Escuelas de Ingeniería Agrícola, se volcaron en colaborar y participar en los importantes cambios que sufrió el sector, bien participando en el diseño de la nueva maquinaria robotizada, que lo hicieron en colaboración con otras ingenierías, o en la elaboración de software de gestión de la inmensa cantidad de datos que generaban estas máquinas y los nuevos (SIG) y sobre todo en la creación de nuevos laboratorios de bioingeniería, con la participación de otras facultades.
En el año 2.000, se obtuvo la secuencia del genoma de una “mala” hierba, denominada Arabidopsis, es una planta herbácea de pequeño tamaño, ciclo anual y sin ningún interés comercial, siendo el primer genoma de planta secuenciado en el mundo. Pasando por enero de 2.016 en el que se completó el genoma del trigo, una de las plantas más complejas por su número de genes. Hasta hoy, han pasado 35 años, de incesante investigación y mejora, tanto en técnicas, como en equipamiento para laboratorios de bioingeniería, esto ha hecho, que equipar un laboratorio para modificar genéticamente una semilla, sea un reto asequible para una pequeña universidad.
Al final el resultado fue muy positivo. Las aulas se reconvirtieron en laboratorios y los profesores en investigadores de verdad, de tal forma que las universidades, no perdieron ni su carácter público, ni disminuyeron significativamente su personal cualificado. Ahora las universidades se han convertido en un apreciable puente entre las grandes corporaciones y las empresas agrarias locales. Esto también sirvió de contrapunto, para que una entidad pública, como eran las universidades, sujetara y controlara el inmenso monopolio y poder que estaban acumulando, las pocas grandes empresas que habían quedado en el sector de las semillas y en el de la maquinaria.
El fenómeno de las grandes corporaciones, históricamente se ha ido repitiendo en todos los sectores. Ocurrió con la aparición de la microinformática, consecuencia del abaratamiento y aumento de potencia progresivo de los procesadores, grandes multinacionales del sector como IBM, tuvieron que dejar paso o colaborar con nuevas empresas, mucho más pequeñas, agiles y dinámicas. En el sector de la energía, la implantación de la energía fotovoltaica y del resto de renovables, tuvo como consecuencia el abaratamiento y aumento de rendimiento, esto permitió que apareciera en el mercado, un sistema distribuido de pequeñas empresas, productoras de energía eléctrica. En el sector de la bioingeniería, está ocurriendo el mismo fenómeno, con el abaratamiento de los equipos de laboratorio y la ingente cantidad de información génica que apareció en el mercado, se están incorporando al sector universidades y pequeños centros de investigación.
Frente a la concentración de poder, que se estableció a finales de la segunda década de este siglo, en el que tres grandes multinacionales, llegaron a concentrar prácticamente el 70% de la economía de las semillas en el mundo, fueron surgiendo nuevas iniciativas y estructuras que balancearon este enorme poder. La estrategia inicial de las multinacionales fue, que sus semillas patentadas, no podían ser guardadas, replantadas o compartidas por los agricultores. Por otro lado, evitaban conceder exenciones de investigación para el material patentado. Los investigadores en universidades y pequeñas empresas de semillas, no podían usar esas semillas patentadas, para crear las nuevas variedades de cultivos, que deberían ser el fundamento de una agricultura justa y sostenible. Cada vez más, las patentes se utilizaron para aumentar el poder y el control de estas empresas sobre las semillas y los agricultores.
En este caldo de cultivo surgió en 2.014, la denominada Iniciativa de Semillas de Código Abierto (OSSI), que fue creada por un grupo de fito-mejoradores, agricultores, pequeñas empresas de semillas y defensores de la sostenibilidad, que querían liberar la semilla. Inspirado por el movimiento de software libre y de código abierto, que ha proporcionado alternativas al software propietario. OSSI fue creado, para liberar la semilla y con ello asegurarse, que los genes de al menos alguna semilla, nunca pudieran ser protegidos del uso, por los derechos de propiedad intelectual. Eso no quiere decir que no puedan comercializarlas o hacer negocios con ellas. Lo que el compromiso posibilita, es que los agricultores que compran semillas de un productor (OSSI), puedan cruzarlas con otras para obtener variedades propias y guardarlas para futuras cosechas.
El control de las semillas y la capacidad de producir nuevas variedades, son cuestiones de seguridad alimentaria y protección del medio ambiente. La cuestión de las semillas ocupa un lugar destacado, entre los problemas más acuciantes, como la biodiversidad, los derechos de los agricultores, el control del sistema alimentario y el uso de agroquímicos, que muchos productores independientes, tratan de evitar o reducir mediante el fito-mejoramiento desarrollando la resistencia natural de los cultivos.
En este estado de cosas, las universidades se convirtieron en pieza clave de la nueva Agricultura SVA que estaba emergiendo, adaptando las variedades de semillas de alta producción, propiedad de las grandes corporaciones, a las condiciones climáticas y edafológicas, de la zona donde estaban las empresas agrícolas. Bien mejorando genéticamente semillas autóctonas, con lo que aumento enormemente la variabilidad genética. Bien incorporando nuevos cultivos a su zona de influencia, aumentando así la rotación de cultivos. Bien adaptando las genéticas más estandarizadas, con un aumento importante de la productividad.
Las semillas eran licenciadas por las grandes multinacionales, hacia las universidades locales, las cuales las adaptaban genéticamente, posteriormente se multiplicaban y se trataban localmente, por parte de las propias empresas agrícolas. Las grandes corporaciones, también se beneficiaron de estos acuerdos, consiguiendo que sus estructuras fuesen menores, y evitaron tener infraestructura y personal sobre el terreno, y eso era mucho, ya que funcionaban a nivel mundial.
El esquema triangular que se estaba formando, tenía cierta coherencia, en uno de los vértices, estaban las grandes corporaciones, que tenían importantes departamentos de investigación básica y una amplia muestra de material genético, acordaban con universidades o pequeños centros de investigación locales, que formaba el segundo vértice, la cesión de patentes y la adaptación de ese material localmente y la participación como tercer vértice de las empresas agrarias, multiplicando, seleccionando y tratando las semillas, para su implantación en campo. Este era el conocido modelo de negocio “ganar-ganar” que se estaba implantando de forma masiva en todos los sectores de actividad.
Estos avances tecnológicos han servido para revitalizar un sector que, a pesar de parecer abocado a la desaparición, en los países industrializados, está empezando a vivir una segunda juventud, de la mano de la tecnología, en su afán de lograr un producto exclusivo y de calidad.
4 años ago ·
La escritura, evidentemente, lo aguanta todo. Llevo muchos años oyendo que hay que renovar maquinaria y tecnología para ser más eficientes en nuestras explotaciones agrarias. Desde que he dejado de invertir y de ir obligado financiera y empresarialmente es cuando he comenzado a disfrutar y a ver dinero en mi cuenta corriente. Siempre se ha vivido del agricultor y de la agricultura, ahora parece que todo va encaminado a vivir únicamente del agricultor. El que no lo vea y haga lo que no debe que no se queje. Yo de cuentos y ensoñaciones paso
4 años ago ·
Hola, gracias por tu comentario.
Estoy parcialmente de acuerdo contigo, te diré antes de nada que soy agricultor. Estoy de acuerdo que la maquinaria, no solo hay que amortizarla adecuadamente, sino que después hay que exprimirla, por ejemplo yo tengo Pivots que amortizo en 15 años y que ya tienen mas de 20 años y espero que me duren otros 20, trato de modernizaros adecuadamente, primero añadí un autómata para el control de la bomba de riego, ahora le he añadido un sistema GPS para controlar su posición y resto de funciones del Pivot y probablemente en un futuro próximo le añadiré una cámara TV. Con el resto de maquinaria trato de utilizar la misma filosofía.
Saludos